La mejor manera de proteger a los periodistas consiste en que el Estado se investigue a sí mismo: Juan Villoro

Reír… Llorar… Sentir…

Gloria Carpio

 

  • “El crimen organizado no tiene una política de prensa, no están matando por gusto a los periodistas, la mayoría de los narcotraficantes no leen ni las noticias, no les importan, pero los que se sienten afectados son políticos, empresarios, quienes aparentemente son honorables y cuando un periodista descubre que están en negocios sucios, ahí es donde el periodista entra en peligro”
  • “No veo a nadie como el próximo presidente de México, todos los candidatos son muy malos”

 

Critica a las redes sociales, pues rechaza que ellas encarnen al periodismo. “Las redes sociales suponen que pueden servir como cajas de resonancia para difundir mentiras e incluso calumnias” y el problema es de quienes las asimilan como verdades.

 

El Centro Cultural Helénico estrenó la obra “La desobediencia de Marte”, que genera polémica entre los amantes de la dramaturgia mexicana, por dos poderosas razones: la autoría del guión, del escritor mexicano Juan Villoro y la disputa artística de dos de los actores que integran el elenco: Joaquín Cosío y José María de Tavira.

Se trata de un triunvirato marcadamente rebelde contra el sistema, porque los tres son amantes de todas las manifestaciones que puedan constituir la protesta y la oposición.

El argumento de la obra queda plasmado en el encuentro de los astrónomos Tycho Brahe y Johanes Kepler, que sostienen un diálogo, movidos por la admiración a los astros, pero también por la desconfianza, parlamento sostenido en el año 1600, en el Castillo de Banatek, Bohemia y en el transcurso de la obra se dan cuenta de que todo coincide con lo que ocurre en pleno siglo XXI. Son los caprichos de la historia y la evasión de los errores de la humanidad que se vuelve a repetir.

Ambos astrónomos se proponen descifrar las órbitas de los planetas, tarea que tiene una similitud con lo que acontece hoy en día, donde nadie entiende a los políticos aprendices de estadistas, pero todo el mundo lanza sus teorías, que es lo mismo que sucede con la astrología. Y un ejemplo más es cuando los actores mezclan su vida íntima para demostrar que lo más lejano se vuelve próximo merced a la globalización.

Y el más polémico de los opositores es precisamente el escritor Juan Villoro, quien critica a las redes sociales, pues rechaza que ellas encarnen al periodismo y expone sus razones con base en la ciencia política.

Y DIARIOIMAGEN se congratula que un personaje como Juan Villoro haya concedido una entrevista exclusiva. Sostiene que “en las redes sociales cualquiera puede suplantar a cualquiera y se pregunta si los respaldos digitales no serán tomados en el futuro como fuentes fiables para desentrañar el pasado. Las redes sociales suponen que pueden servir como cajas de resonancia para difundir mentiras e incluso calumnias” y que el problema es de quienes las asimilan como verdades.

Sobre su trabajo como dramaturgo Juan Villoro explica que pretende promover entre la gente distintas actitudes frente al mundo que nos tocó vivir y las realidades que se dan en México.

Pone como ejemplo el no cerrar los ojos ante el atropello y la impunidad y al mismo tiempo seguir imaginando cosas que no sólo se reduzcan a la nota roja, pues tenemos la obligación de cultivar la belleza y apelar al sentido del humor, a la ironía, al amor a nuestros semejantes, a incrementar nuestra fraternidad, que son temas que forman parte de la literatura.

Juan Villoro advierte que nada sería tan grave como que la literatura desapareciera de nuestras mentes por el solo hecho de que la situación económica anda mal.

Y agrega que actualmente es difícil concebir ventanas de esperanza o de placer en medio de una realidad dolorosa, pero recuerda que esa ha sido la función del arte y nos recuerda que el Renacimiento Italiano, que es uno de los grandes momentos de la creratividad mundial, se produjo en medio de la injusticia, guerras, intrigas y una corrupción extraordinaria.

No hay que olvidar que Juan Villoro es quien escribió el prólogo del libro “Narcoperiodismo de Javier Valdez (el reportero asesinado en Mazatlán) a quien acompañó en su vida y su muerte, precisamente en un aniversario de la revista “Río Doce”, fundada por el reportero asesinado.

Cabe recordar que el autor de “La desobediencia de Marte” es el autor del guión de la película “Vivir mata”, dirigida por Nicolás Echeverría.

Juan Villoro es la pluma estelar de “Vuelta”, “Nexos”, “Proceso”, “Cambio” y “La Jornada”. Es profesor de Litertatura de la UNAM y catedrático invitado en Yale, Boston, Pompeo Fabra y Princeton.

Su primera novela fue en 1991 y se llama “El disparo de argón”; de ahí se dedicó a escribir libros para niños, lo cual le valió que en el 2004 obtuviera el “Premio Herralde”, otorgado por la Editorial Anagrama”.

Villoro es hijo de padre filósofo y de madre psicoanalista y sostiene que “en México es más peligroso investigar sobre el crimen de un periodista, que cometerlo”.

“FUI MUY AMIGO DE JAVIER VALDEZ CÁRDENAS Y ESTOY SEGURO QUE ERA UNA PERSONA EXTRAORDINARIA”

—¿Qué siente Juan Villoro, cuando escucha o se entera del asesinato de algún periodista?

“Eso es terrible, estamos viviendo una situación totalmente inaceptable, yo fui muy amigo de Javier Valdez Cárdenas, presenté su libro “Huérfanos del narco” en Culiacán, Sinaloa, estuvimos juntos en el aniversario de su publicación ‘Río 12’, me tocó hablar ahí, entonces estoy seguro de que era una persona extraordinaria y para mí eso es un caso que me toca muy de cerca, sin embargo, cualquier asesinato de periodistas en inaceptable, pero desgraciadamente no se investigan y hay una impunidad total al respecto.

EL CRIMEN ORGANIZADO NO TIENE UNA POLÍTICA DE PRENSA

—¿Qué le exigiría al próximo presidente de México y a quién ve en ese puesto?

“No veo a nadie como el próximo presidente de México, todos los candidatos son muy malos, pero creo que la mejor manera de proteger a los periodistas consiste en que el Estado se investigue a sí mismo, porque los periodistas están siendo asesinados por personas que se sienten en entredicho, cuando se descubre que ellos, que presuntamente se presume son ciudadanos honorables, están infiltrados por el narco o sirviendo de tapadera. El crimen organizado no tiene una política de prensa, no están matando por gusto a los periodistas, la mayoría de los narcotraficantes no leen ni las noticias, no les importan, los que se sienten afectados son políticos, empresarios, miembros del Ejército, de la policía, presidentes municipales que aparentemente son honorables y que de pronto un periodista descubre que están en negocios sucios, ahí es donde el periodista entra en peligro”.

“La desobediencia de Marte”, obra escrita por Juan Villoro, permite por otra parte retratar la vida íntima de Joaquín Cosío y José María de Tavira, que en el desahogo de la trama tienen al mismo tiempo los astrónomos y todo ello a su vez refleja la competencia en la que se encuentra inmerso el plano de la globalización, donde la fraternidad comienza a degradarse.

—¿Cómo logras que una historia no se parezca a otra? Es algo característico de Juan Villoro.

“Es muy importante para mí, no sé si sea una técnica, una simple ilusión o superstición, cambiar de géneros literarios, porque cuando escribes un cuento para niños e inmediatamente escribes otro, puedes tener la tentación de repetirte, por el impulso adquirido. A mí me ha gustado pasar de un género a otro, siempre dentro de la prosa, porque no escribo poesía, tratando de encontrar desafíos suficientemente diferentes, para que no me calque a mí mismo. Esta es una obra que habla de astrónomos, yo nunca había hablado de astrónomos, que se ubica a principios del 1600, es una época que nunca había trabajado. Al mismo tiempo es una obra que en un plano tiene que ver con los actores que representan a los astrónomos, es el México contemporáneo, el México de la actuación, tampoco había escrito de eso, eso me da la posibilidad de trabajar con un repertorio muy distinto”.

¿Cuánto tiempo hubo de investigación para la creación de “La desobediencia de Marte?

Leí ‘Los sonámbulos’ de Arthur Koestler, en 1982, hace mucho tiempo, me pareció que ahí había un componente teatral muy fuerte en la relación de Tycho y Kepler, a lo largo de todos estos años, sin pensar muy metódicamente en el asunto fui leyendo biografías de estos astrónomos, libros de la época y novelas sobre ellos, hay incluso una muy interesante de Max Brod, el mejor amigo de Kafka el que salvó sus papeles, sobre Tycho Brahe, entonces pude imaginarlos a partir de toda esa información. Pero luego lo decisivo fue no hacer una obra pedagógica, no llevar una conferencia de divulgación científica desde la escena, sino imaginar humanamente a los personajes, como soñaban, en que soñaban, qué supersticiones tenían, cómo se enojaban, cómo se emborrachaban, se desesperaban, cómo se reconciliaban, todas esas cosas me parecieron importantes y son imaginación literaria. Tienes los datos básicos de sus vidas, pero lo demás lo tienes que completar, así fue ese trabajo.

“En la parte de los actores, yo he tenido la suerte de colaborar con diferentes actores, he hablado con muchos de ellos y me han contado muchas anécdotas de sí mismos. Entonces en la obra hay frases sueltas de Héctor Bonilla, Fernando Becerril, Arturo Beristáin, Fernando Luján, incluso una de Luis de Tavira, el papá de José María de Tavira, pero Chema no lo sabe, no se lo vayas a decir”.

—¿Cuánto tiempo llevó escribir “La desobediencia de Marte”?

“El proceso mismo de escribir fueron de 4 a 5 meses, pero toda esta asimilación, lleva más tiempo. Empecé con la idea en 1982, me acuerdo de una amiga a quien hace como diez años cuando le hablé de este tema y me dijo ‘Ya lánzate a la piscina, no seas cobarde’. Entonces la obra la escribí en los últimos cuatro meses del año pasado, pero hubo todo un proceso largo de asimilación de datos e informaciones para hacer la obra de manera natural”.

“EL VÉRTIGO HORIZONTAL”, SU PRÓXIMO LIBRO

—¿A qué hora del día escribe Juan Villoro?

“Generalmente en el día, de nueve de la mañana a dos de la tarde, como empleado y tres tazas de café en la mañana y ya no vuelvo a tomar café”.

—¿Actualmente qué estas escribiendo?

“Espero terminar a fin de año un libro sobre la Ciudad de México que se llama ‘El vértigo horizontal’, de testimonio, autobiografía, crónica, un libro sin ficción, testimonial, sobre la Ciudad de México, espero concluirlo, porque ya lleva mucho tiempo en el horno.

“Además, el año entrante se estrenará otra obra de teatro que es de mi autoría que se llama “La guerra fría” y la va a dirigir Mauricio García Lozano.

—¿El libro “El vértigo horizontal” que estás escribiendo sobre la Ciudad de México es sobre el acontecer político?

“No, es la Ciudad de México que yo he vivido a lo largo de unos 50 años de esta gran ciudad horizontal que tuvimos antes de que se convirtiera en lo vertical que tenemos hoy. Son rutas por la la capital, ceremonias, sobresaltos, historias personales, es mi ciudad, muy distinta a la de todo mundo, porque cada quien tiene su propia Ciudad de México. Hay tantas ciudades como habitantes”, concluyó.

La cita para ver la excelsa obra “La desobediencia de Marte”, de Juan Villoro, es en el Centro Cultural Helénico, pues la obra tendrá una temporada hasta el 1 de octubre, viernes, sábados y domingos, con dos funciones, 17:00 y 19:30 horas, boletos disponibles en Ticketmaster y en las taquillas del inmueble.

 

“Tenemos la obligación de cultivar la belleza y apelar al sentido del humor, a la ironía, al amor a nuestros semejantes, a incrementar nuestra fraternidad, que son temas que forman parte de la literatura”, afirma Villoro.

 

Advierte que nada sería tan grave como que la literatura desapareciera de nuestras mentes por el solo hecho de que la situación económica anda mal.

 

El Centro Cultural Helénico estrenó la obra “La desobediencia de Marte”, que genera polémica entre los amantes de la dramaturgia mexicana, por dos poderosas razones: la autoría del guión, del escritor mexicano Juan Villoro, y la disputa artística de dos de los actores que integran el elenco: Joaquín Cosío y José María de Tavira.

 

“En México es más peligroso investigar sobre el crimen de un periodista, que cometerlo”: Juan Villoro.

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