Las maravillosas danzas de las etnias poblanas y la música que les marcan paso, se lucieron nuevamente en Atlixco

De cinco estrellas

Victoria González Prado

 

En el convite las distintas regiones bailan durante 4 kilómetros.

 

Atlixco, Puebla.- La Huey Atlixcáyotl, máxima fiesta de las doce etnias de la entidad, vigente desde hace 52 años en este Pueblo Mágico, en honor de Quetzalcoatl y Xochipilli y ahora hasta por San Miguel Arcángel, se efectuó el 9 y 10 de ese mes. La costumbre es que se haga durante la última semana de septiembre, pero esta vez se pospuso a causa del sismo que estremeció al municipio. Pese a las circunstancias, tuvo más de tres mil espectadores.

En 1996 la Huey Atlixcáyotl fue declarada Patrimonio Cultural del estado de Puebla, pues conserva y difunde las tradiciones de regiones como los Valles Centrales, Los Volcanes, Tierra Caliente, la Mixteca, Popoloca, la Cañada, Sierra Norte, Huasteca, los Llanos, Costera, la Sierra y el Valle de Tehuacán. Su particularidad es que la creó en 1965 el estadounidense Raymond Harvey Estage Noel (cayuqui) en honor a Quetzalcóatl y Xochipilli, sumada luego a los festejos a San Miguel Arcángel, patrono de la comunidad.

Esa festividad, que se hace durante dos días, abunda en música, danza, gastronomía, artesanías y coloridos trajes regionales; ahora, como siempre, fue muy ovacionada por los vecinos que formaban vallas en las calles o salían a sus balcones para admirarla, comienza en las calles y se desarrolla en el cerro de San Miguel. Esta vez faltaron algunas de las doce etnias del estado.

Se efectúa durante dos días, en tres etapas. La primera son el convite, que incluye el desfile de danzantes hacia el cerro, la bendición de la imagen de San Miguel Arcáncel y de los danzantes allí mismo y, por la noche, en la plaza principal de la ciudad, la elección de la mujer que lo presidirá, y su corte femenina; la tercera, al día siguiente, son las danzas en el cerro.

Por principio de cuentas disfrutamos el ”convite”, que consiste en recibir y comer en plena calle, de pie, calientitos tamales verdes y rojos, acompañados por delicioso y humeante champurrado, seguido por enormes panes dulces. Al cabo del convivio danzantes y banda de música emprenden su procesión o desfile hacia el cerro, encabezado por las mojigangas (muñecos grandes y cabezones).

Todos con igual alegría, luciendo vestidos muy vistosos por su colorido y al son de la banda, los danzantes comenzaron desfilaban danzando sin que les hiciera mella el intenso frío que se sentía a pesar de que el sol parecía caer con todo su calor sobre nuestras cabezas. Acompañamos a las comparsas durante el trayecto, cuatro kilómetros, intentando capturar con nuestra cámara la permanente sonrisa en sus rostros.

Durante el recorrido al son de la música propia de la danza Chinas y Charros, tradicional del municipio de Atlixco, un integrante de la banda reparte trozos de carrizo –canutos— llenos de mezcal, sin duda ideales para calentar el cuerpo y animar el espíritu.

En 1996 la Huey Atlixcáyotl fue declarada Patrimonio Cultural del estado de Puebla, pues conserva y difunde las tradiciones de regiones como los Valles Centrales, Los Volcanes, Tierra Caliente, la Mixteca, Popoloca, la Cañada, Sierra Norte, Huasteca, los Llanos, Costera, la Sierra y el Valle de Tehuacán.

Uno de los momentos más esperados de la Huey Atlixcáyotl es la elección de la xochicíhuatl y de sus xochipilmes, es decir la mujer flor y sus florecitas, quienes son las encargadas de presidir el festival. A diferencia de actividades más o menos similares en otros lugares, aquí se consideran los conocimientos de las candidatas, no su belleza. Éstos deben estar encaminados a la preservación de las costumbres de los pueblos de la entidad. Ahora concursaron tres féminas, una de ellas de 13 años de edad.

El domingo, en el cerro de San Miguel, se da la tercera etapa, es decir la serie de danzas de los grupos de las etnias representadas. Antes se entrega el bastón de mando a la mayor autoridad presente durante el acto. Esta vez la fiesta fue presidida por el presidente municipal de Atlixco, José Luis Galeazzi Berra, acompañado por el secretario de Turismo estatal, Roberto Trauwitz Echeguren, en representación del gobernador Antonio Gali Fayad; el secretario de Cultura del estado de Guerrero, Mauricio Leyva Castrejón; el propio Raymond Harvey Estage Noel, entre otros invitados especiales.

En el cerro, más de 300 danzantes salieron del parque del Ahuhuete hacia la plaza de la danza, Netotiloyan, para iniciar la fiesta en la que Carmen López González, vecina de Acatlán de Osorio, xochicihuatl (mujer flor) 2017, entregó el bastón de mando al secretario de Turismo, para después ser coronada junto con sus Xochipilmes (florecitas).

La serie de danzas abrió con bienvenida a las Chinas y Charros, como se llama también al grupo de danzantes de Atlixco, que con su bailable ”Las calabazas” hasta hicieron bailar a los espectadores.

En medio de constantes aplausos y permanente alegría, actuaron uno tras otro los vistosos grupos de danzantes. Así, deleitaron a todos los presentes con “Jarabes ajalpenses”, creado a finales de los años 1700 y principios de 1800, que bailaban las “cocineras” encargadas de alimentar a la gente que asistía a las reuniones.

También la Matanza de Tehuacán, tradición del siglo XVIII, época en la que el chivo era alimento popular por su precio; Los Tecuanes, que representa a las etnias chichimeca y zapoteca confabuladas para “trampear” (atrapar) al tigre o jaguar (tecuani), animal mítico de muchas de las culturas prehispánicas que tanto daño causaba a las familias y sus rebaños. La danza se desarrolla en torno de esta figura.

Siguió la danza de Los Negritos, de origen africano. Se baila con 12 “negros” y una “maringuilla” (hombre vestido de mujer que porta una canasta con una serpiente dentro) y representa la muerte del caporal.

Muy vistosa fue la de Los Quetzales, tradicional de la Sierra Norte de Puebla y algunos sitios de Veracruz. Su nombre se debe al plumaje con que confeccionan los enormes penachos circulares que usan los danzantes.

Al cabo de cada bailable los grupos obsequian fruta, flores y demás productos de la región que representan.

En esta ocasión, Guerrero fue el estado invitado y presentó tres diferentes danzas que fueron ovacionadas con mucho entusiasmo. La tercera y última fue la “Diablada”, de Teloloapan.

Esta 52 edición de la Huey Atlixcáyotl culminó, como siempre, con la danza de los Voladores de Cuetzalan, que en realidad es manifestación religiosa que se atribuye a los toltecas de Tula y fue denominada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

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