Circo Atayde: Viva el circo ¡¡que viva muchos siglos más!!

  • Atayde Hermanos combate la problemática actual de la industria circense con un espectáculo maravilloso en la Carpa Astros
Arturo Arellano

 

La magia del circo es una que no puede encontrarse en ningun otro lado, aqui el clown Poroto Jr., encabezando este talentoso elenco. (Fotos: Arturo Arellano)

La magia del circo es una que no puede encontrarse en ningun otro lado, aqui el clown Poroto Jr., encabezando este talentoso elenco. (Foto: Arturo Arellano)

El circo, una tradición de mas de 200 años en nuestro país, empero, esto no es impedimento para que hoy en día se publique una ley que le pone una estocada mortal en México, usando como bandera la preocupación por la conservación de la fauna silvestre y la protección de los animales; sin embargo, esta ley que generaliza anticonstitucionalmente, se ha volcado en contra de un solo sector: el circo, que irónicamente siendo un espectáculo artístico que engloba música, danza, teatro y demás vertientes del arte, sufre primero los embates de una ley que prohíbe el uso de animales en espectáculos, aun antes que otros como la tauromaquia.

Ante todo esto, Circo Atayde Hermanos, el de mayor tradición en nuestro país, con más de 125 años de historia, combate la estocada con lo que mejor saben hacer: Arte, por medio de su espectáculo “Viva el Circo”, que se presenta actualmente en la Carpa Astros.

En entrevista con DIARIOIMAGEN, Celeste Atayde, encargada de la producción del espectáculo y selección del talento, señaló: “la ley para prohibir los animales en el circo ya está publicada, no podemos hacer otra cosa más que seguir trabajando, ofreciendo mejores espectáculos a la gente y en cuanto a los animales, procederemos de manera legal, ya hemos emitido un amparo y seguiremos en la búsqueda de que esto no proceda, protegiendo el circo tradicional”, comentó acompañada de su pequeño hijo, ahora también parte del espectáculo, Alexis Atayde.

Este espectáculo refleja meramente la esencia de este circo, ese que poca gente conoce, ese que no explota a un animal, que no lo maltrata, sino lo protege para poder presumirlo y lucirlo vestido de gala, orgulloso de su majestuosidad.

El show comienza con un desfile de prácticamente todo el elenco que conforma el espectáculo, desde malabaristas, trapecistas, bailarinas, payasos y demás personajes, quienes a pesar de reflejar en sus miradas una nostalgia, causa de la actual situación de la industria circense, aún dan todo de sí en cada número; amantes del arte respiran y agradecen el aplauso.

Entre estos números se destaca la presencia de los trapecistas, quienes por medio de un performance saltan de las páginas del libro de un pequeño al escenario, asombrando con sus saltos desde una plataforma en columpio, hasta una manta del otro lado de la pista, volviendo realidad el sueño que todos hemos tenido en algún momento de nuestras vidas, desafiar la gravedad y volar.

También aparece con sus ocurrencias, cada vez más disparatadas, el payaso “Poroto Jr.”, mexicano destacado en el arte del clown, que vuelve locos a los pequeñines con magia, acrobacias, ridículos bailes, música y un humor cien por ciento blanco, respetando los ideales del verdadero clown.

Posteriormente, el acto de uno de los fundadores de este circo, Alberto Atayde, quien hace gala de la belleza y gallardía de cada ejemplar de su equipo de caballos en una rutina hermosa que cubre cada espacio de la pista.

Luego arriban al escenario los elefantes, como de costumbre imponentes y bellos, actuando sorprendentemente en esta ocasión, en conjunto con los trapecistas, arrancando sin duda más aplausos y las miradas del público, que no se encuentran en otro lugar, miradas que brillan, que te devuelven eso que creíste olvidado que te permiten volver a ser niño, que goza de la vida, que ríe y es feliz. ¿Qué clase de ley podría querer erradicar semejante sentimiento? No queda más que decir, más que se exija un trato digno para los animales en el circo y en cualquier otro espectáculo, que se castigue a quien no lo haga, con todo el rigor de la ley, pero que sea ley para todos y no sólo a unos cuantos, que sea justa y que permita que el arte circense prevalezca y ¡Que viva el circo, que viva muchos siglos más!

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