Señala capo colombiano nexos con Chapo Guzmán

  • Testifica en EU uno de sus ex socios
  • Dice que introdujo 400 mil kilos de cocaína a EU vía México

 

Juan Carlos Ramírez, “El ­Chupeta”, calculó ante el jurado que transportó cerca de 400 mil kilos de cocaína de Colombia a EU con la ayuda de “El Chapo” Guzmán.

 

El narcotraficante colombiano Juan Carlos Ramírez, alias “Chupeta”, señaló ayer en la corte federal de Nueva York a Joaquín “El Chapo” Guzmán como uno de sus socios principales en su negocio para transportar cocaína a Estados Unidos.

Al testificar, Ramírez, quien se declaró culpable de delitos relacionados con el tráfico de drogas en 2007, manifestó que desde 1990 el acusado recibía drogas de Colombia para enviarlas a Estados Unidos.

Destacó que aunque trabajaba con varias organizaciones en México, sus principales socios eran del Cártel de Sinaloa, Guzmán, así como Arturo Guzmán, los hermanos Beltrán Leyva, Ignacio Coronel, los hermanos Zambada, los Carrillo Fuentes y Héctor “El Güero” Palma

“El Chupeta”, quien adquirió notoriedad debido a las cirugías que se realizó para cambiarse el rostro, calculó que transportó cerca de 400 mil kilos de cocaína de Colombia a Estados Unidos vía México. Su asociación con Guzmán, explicó, terminó hasta que fue arrestado en Brasil en 2007. Ramírez era considerado el líder del Cártel del Norte del Valle.

Cambió de apariencia

En sus declaraciones, “Chupeta” confesó que entre 1989 y 2007 mató u ordenó matar a 150 personas, incluso, detalló que en 2004 mató a alguien personalmente, disparando a la cara de su víctima.

Para evitar que le detuvieran se hizo cirugía entre “tres o cuatro veces”, según dijo. “Hice cambios en mi cara, alteré la apariencia física de mi cara, cambiándome mi mandíbula, mis pómulos, mis ojos, mis orejas, mi nariz”.

La visión de la cara de “Chupeta” en el estrado es escalofriante, totalmente estirado para atrás. Su cara parece un lagarto. Lleva guantes puestos, y una voz entre confiada y orgullosa. Habla siempre de “mi cocaína”. “El Chapo” nunca le quitó la vista de encima.

No se han expuesto los secretos de la narcocorrupción en México

Durante un tiempo, parecía que el juicio a “el Chapo” Guzmán Loera se convertiría en una suerte de comisión para la verdad y la reconciliación que no solo revelaría los detalles de la vida criminal del acusado, sino también los secretos sobre la narcocorrupción en México.

Sin embargo, luego de un torrente de solicitudes de los fiscales y dictámenes por parte del juez durante las primeras tres semanas, ahora parece poco probable que se produzca una extensa revelación de casos de soborno. El jurado ya ha escuchado bastante sobre los pagos a la policía y los políticos mexicanos, pero queda mucho por saber y es probable que eso jamás suceda.

Imponer límites a la evidencia en los juicios penales es una medida común con el fin de enfocarse en los cargos específicos en contra de los acusados. No obstante, las restricciones impuestas en este caso parecen oponerse al deseo profundo que existe en México por exponer públicamente los excesos de su policía y la élite política durante la larga guerra contra el narcotráfico.

“Tenía muchas expectativas”, dijo Daniel Ortiz de Montellano Vásquez, un empleado de una casa de cambio en el aeropuerto de Ciudad de México. Pero, por lo menos hasta ahora, no han cumplido con esas expectativas, comentó.

“Estamos hartos de este juego”, agregó Montellano Vásquez, y dijo que había esperado que el juicio fuera un suceso que “no dejara que la impunidad ganara”.

Quizá la restricción más importante a la evidencia ocurrió la semana pasada, cuando el juez Brian M. Cogan decidió que un testigo estrella de la fiscalía no podía testificar acerca de haber pagado por lo menos seis millones de dólares en sobornos a uno de los Presidentes de México.

Aunque el mandatario nunca fue identificado, el juez decidió que el testimonio avergonzaría innecesariamente a ciertos “individuos y entidades”, y que además sería una distracción del objetivo central del juicio: decidir si Guzmán es inocente o culpable.

La semana pasada, el juez emitió otros dictámenes que restringen testimonios que también involucran evidencia de posible corrupción. La naturaleza exacta de esas pruebas ha sido difícil de discernir porque los dictámenes del juez Cogan se han editado mucho.

Algunas de estas restricciones parecen haberse impuesto, en parte, para limitar la agresiva estrategia de defensa que los abogados de Guzmán pusieron en marcha al comienzo del juicio. En su argumento inicial, los abogados sostuvieron que la verdadera mente maestra del Cártel de Sinaloa era Ismael “El Mayo” Zambada, ex socio de Guzmán.

Las continuas batallas sobre la evidencia reflejan la cuestión de a quién está dirigido el juicio en realidad. Estrictamente hablando, la única audiencia que importa son los dieciocho miembros del jurado que escuchan el caso. No obstante, el juicio ha generado un enorme interés público. Al limitar la evidencia sobre la corrupción, el juez Cogan quizá está ayudando a los fiscales a mantener al jurado enfocado en Guzmán Loera.

Para Carlos Aguirre Ley, un ingeniero veracruzano de 40 años, el juicio es una oportunidad para exponer finalmente los vínculos entre “los narcos, el dinero y el poder” en este país, o, como lo dijo, “para que salga a la luz toda la verdad”.

Aunque el proceso podría ser doloroso, dijo, también es valioso. “Vale la pena adentrarse en las entrañas de la bestia”.

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