Sin indemnizaciones, los apicultores festejan Día de las Abejas

“Hora 14”

Mauricio Conde Olivares

 

En el marco del Día Internacional de las Abejas, que se celebra este 20 de mayo (fue decretado por la ONU en 2018 debido a la emergencia por la pérdida de colmenas de abejas melíferas en el mundo), el Consejo Civil Mexicano para la silvicultura sostenible hizo un llamado a revisar la normatividad en el uso de plaguicidas y agroquímicos y a retirar los plaguicidas considerados peligrosos por su elevada toxicidad para la salud y sus impactos al medio ambiente.

De acuerdo con un estudio de la Sociedad Latinoamericana de Investigación en Abejas, en México durante el 2017 se perdió el 17 por ciento de todas las colmenas, entre otros factores, por el uso desmedido de plaguicidas y agroquímicos altamente tóxicos.

Además de los efectos dañinos para el medio ambiente, la pérdida de las abejas afecta severamente a los medios de vida de las familias campesinas dedicadas a la producción de miel.

El CCMSS por eso demandó prohibir la venta y el uso de los plaguicidas altamente peligrosos y a regular la forma en que se emplean los insumos químicos.

Este es un tema urgente para lograr la autosuficiencia alimentaria, conservar los medios de vida de las comunidades que viven y cuidan los territorios, detener la degradación ambiental y hacer frente al cambio climático.

“El compromiso de la nueva administración con lograr la autosuficiencia alimentaria necesariamente pasa por eliminar el uso de los agroquímicos que hoy por hoy no sólo amenazan a las abejas y otros polinizadores, también han degradado el suelo, contaminado el agua, afectado gravemente la salud de las familias campesinas y llegaron a nuestras mesas a través de los alimentos.

En sus manos está la posibilidad de comenzar a revertir esta situación, impulsando una producción agroecológica y apoyando a las comunidades que están manejando de manera integral sus territorios”, afirmó Sergio Madrid, director del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.

Recordemos que los apicultores de la Península de Yucatán, en su mayoría pertenecientes a comunidades indígenas mayas, han visto severamente afectados sus medios de vida por la pérdida de sus colmenas debido a los procesos acelerados de deforestación ocasionados por los monocultivos como la soya, el crecimiento urbano, los megaproyectos energéticos y de infraestructura.

En esta región se produce el 90 por ciento de la miel del país.

Apenas en 2018, en el municipio de José María Morelos, Quintana Roo, decenas de familias de apicultores de la localidad de Candelaria perdieron su patrimonio debido a una fumigación realizada con el neoticonicoide fipronil, compuesto químico altamente tóxico para las abejas, en campos agrícolas cercanos a los apiarios.

Un caso similar ocurrió en el Ejido de Dzonot Carretero, en el municipio de Tizimín, Yucatán, sin que los apicultores hayan sido indemnizados por los daños hasta la fecha.

El fipronil es un compuesto prohibido en otros países debido a su elevada toxicidad para las abejas, sin embargo, en nuestro país se utiliza sin ninguna restricción.

De hecho, en México se comercializan 183 ingredientes activos para elaborar plaguicidas considerados altamente peligrosos o que están prohibidos en otros países.

Las autoridades mexicanas, lideradas por la Cofepris, no sólo permiten el uso de estos químicos, sino que además no vigilan cómo y en qué cantidades se usan en los campos mexicanos y con qué impactos para el medio ambiente, los polinizadores y la salud humana.

La organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) resalta que para proteger a las abejas y a los polinizadores de las amenazas sobre su abundancia, diversidad y salud, hay que hacer esfuerzos para desarrollar una mayor diversidad de hábitats en entornos agrícolas y urbanos. Hay que implementar políticas a favor de los polinizadores que promuevan el control biológico de plagas y limiten el uso de plaguicidas.

El trabajo de los campesinos es fundamental para mantener la abundancia, diversidad y salud de los polinizadores usando prácticas innovadoras que integren los conocimientos y la experiencia local y científica y diversificando los cultivos para que los polinizadores tengan siempre a su disposición recursos alimentarios y refugio.

Necesitamos aumentar la colaboración entre las organizaciones nacionales e internacionales, las entidades académicas y las redes de investigación para monitorear, investigar y evaluar los polinizadores y los servicios de polinización.

Una de las razones de la drástica reducción en las poblaciones de abejas y otros insectos es el uso de los plaguicidas neonicotinoides.

No hay un nivel seguro de exposición a estos insecticidas, ya que son tóxicos durante largo tiempo incluso en cantidades muy pequeñas.

De acuerdo con el libro Plaguicidas y ambiente, de Lilia Albert y Alma Delia Viveros, los neonicotinoides, como el fipronil, están implicados en el colapso de las colonias de abejas.

Se trata de compuestos tóxicos para los polinizadores.

El colapso de las colonias de abejas melíferas (CDD) o síndrome de despoblamiento apícola, en el que un número considerable de abejas obreras desaparece abruptamente, afecta gravemente la economía, pues además de las pérdidas en la apicultura, numerosos cultivos dependen de las abejas para ser polinizados.

El término CDD se aplicó por primera vez a finales de 2006 en Estados Unidos, cuando los apicultores de diversos puntos de ese país reportaron pérdidas de entre 30 y 90% en sus colonias de abejas.

Las abejas polinizan una tercera parte de los cultivos del mundo, incluyendo frutas y verduras que forman parte de la dieta humana, explican las dras. Albert y Viveros.

“Los neonicotinoides causan efectos adversos irreversibles en el sistema nervioso de los insectos.

La exposición continua les causa un efecto acumulativo que termina por destruir sus sistemas nervioso e inmunitario, lo que se traduce en afectaciones en las tareas de las abejas obreras en sus tareas de nutrición a larvas y huevos y afectaciones graves en su capacidad de vuelo. Pequeñas cantidades de insecticidas de este tipo bastan para que las colonias colapsen”, dice Plaguicidas y ambiente.

El mismo libro da cuenta de diversas investigaciones que han encontrado que los neoticonicoides tienen rutas de exposición que afectan a las abejas que no se conocían, incluyendo polvo, polen y néctar.

Estos insecticidas causan incapacidad a las abejas para regresar a las colmenas; también afectan su sistema inmunitario, haciéndolas vulnerables a infecciones virales que normalmente no las afectan.

Otro hallazgo importante se refiere a que la presencia simultánea de neonicotinoides y otros plaguicidas puede aumentar los daños en los polinizadores pues puede elevar hasta mil veces la toxicidad de los compuestos; empero, lo anterior será motivo de posterior análisis en otra entrega de Hora 14.

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