Fundadores de Cancún… y también de Bonfil

Pascual Salanueva Camargo

A la isla eran enviados periódicamente cargamentos de armas y era tal su importancia que el propio comandante Fidel Castro las custodiaba con gran celo. Hoy se observa la Zona Hotelera. (Foto: Cortesía)

Tanto por sus portentosas bellezas naturales, como por su cercanía con Cuba, la Isla de Cancún ha sido lo mismo imperio de reyes de linaje maya, en la época prehispánica, que guarida de piratas sedientos de riquezas en el siglo XIX, así como enorme arsenal custodiado por el mismísimo Fidel Castro Ruz, a mediados de la centuria pasada.

La fecha oficial de la fundación de Cancún es el 20 de abril de 1970. Hasta poco antes de esa fecha vivían unos cuantos habitantes en la isla, tan pocos que se les puede citar por sus nombres y aún por sus sobrenombres: Emilio Maldonado y su esposa Julia Baeza Chimal; Antonio Hernández, “Cachito”; Gabriel Garrido, “Gabuch”, y Rodolfo Leal Moguel, “Rudy”, aunque  en realidad su territorio en forma de 7, casi siempre ha estado poblado, incluso en los tiempos  más remotos.

En virtud de su posición geográfica, desde el año 200  (AC), Cancún fue estación temporal de viajeros y pescadores provenientes tanto de la Península de Yucatán, como de Xicalango, Golfo de México y Naco, Honduras.

Sin embargo, los vestigios humanos se pierden entre los años 200 y 900 (DC), para volver a reaparecer en el período postclásico tardío, que va de los años 1200 a 1500 de nuestra era, período en el cual la isla contaba con una población de entre 500 a 600 habitantes.

De acuerdo a los estudios realizados en la isla, existen 14 sitios arqueológicos representativos de todos los períodos mayas.

Sin embargo, el de mayor preponderancia es el lugar conocido como El Rey, que se localiza casi al final de la Zona Hotelera.

Su nombre se debe al hallazgo de una cabeza de piedra, que de acuerdo a investigaciones hechas en ese sitio, representa a un soberano de estirpe maya. De acuerdo a los historiadores, El Rey era un puerto dedicado al comercio marítimo y que se extendía sobre una superficie de 520 metros, de norte a sur, por 70 metros de este a oeste.

Más recientemente, en la segunda década del siglo XIX, la isla de Cancún se convirtió en madriguera de piratas, encabezados por los hermanos Jean y Pierre Lafitte, quienes habían convertido a la isla en su centro de operaciones. Causaron tanto daño a las embarcaciones españolas cargadas de oro y plata que obligaron a la corona virreinal a enviar un importante número de sus guardias a combatirlos, con tan buenos resultados que el 30 de octubre de 1821 lograron herir de gravedad a Pierre, quien pereció días después del fatal encuentro, provocando la desbandada del resto de la gavilla.

Otro hito histórico de Cancún es la presencia de Fidel Castro. Con base en testimonios de la época, ahora se sabe que a la isla eran enviados periódicamente cargamentos de armas, y era tal su importancia que el propio comandante Fidel los custodiaba con gran celo, para después hacerlos llegar a Cuba y hacer resplandecer con su metralla la espesa vegetación de Sierra Maestra.

Lius Echeverria,  iniciador de un sueño

Cuando el enérgico dedo presidencial señaló en el mapa la alargada y olvidada isla de Cancún, allá por 1967, no sólo dio inicio uno de los proyectos turísticos más ambiciosos del país, sino que la sola mención de su nombre desencadenaría los deseos de miles de mexicanos ansiosos de darle un giro radical a sus vidas.

Sin embargo, todavía pasarían algunos años para que la silla presidencial cambiara de dueño y el proyecto turístico en ciernes, abandonara la región de los sueños y se hiciera tangible.

A la tierra de promisión en que se convirtió Cancún, concurrieron  campesinos mayas provenientes de la Península de Yucatán, y a los que posteriormente se sumarían migrantes de casi todos los estados del sureste del país, quienes erigirían los primeros hoteles de lo que sería la Zona Hotelera.

Al abrirse los primeros hoteles al público y hacerse necesaria la contratación de empleados y trabajadores  se hizo evidente la necesidad de alimentarlos. Y como resultaba costoso aún del Distrito Federal, fue necesario pensar en soluciones drásticas, como pedirles a los campesinos yucatecos que sembraran granos, hortalizas y criaran animales de corral para darle de comer a toda la gente que, como si se tratara de un movimiento masivo o de un éxodo, arribaban a Cancún.

Pero como no aceptaron les ofrecieron el proyecto a campesinos de los estados limítrofes y como tampoco lo aceptaran, se lo propondrían a campesinos del norte del país y lo que en apariencia resultaba un plan desesperado.

Elejido Bonfiel, también es Cancún

“Le voy a decir algo que mucha gente no sabe: este nuevo centro de población fue creado para el respaldo de lo que hoy es Cancún. El respaldo se dio en alimentos. Al principio se le hizo el ofrecimiento a la gente de  Yucatán, de Campeche, de Veracruz y Tabasco. Pero nadie aceptó el ofrecimiento y fue cuando trajeron gente del norte para que fundara el ejido y nuevo centro de población Alfredo V. Bonfil”, dijo en entrevista el delegado ejidal Javier Briseño Ramos.

Cubierta la testa con el típico sombrero norteño, como para no dejar duda de su identidad, refirió que en primera instancia arribaron a Bonfil, 130 ejidatarios, algunos de los cuales así como llegaron se fueron.

Llegaban otros, pero de los que se habían quedado también se marchaban. Finalmente ya nadie quiso regresarse al norte y la cifra definitiva quedó en 210 duranguenses.

Al ser interrogado acerca de si les costó trabajo aclimatarse, esbozó una sonrisa: “Imagínese, veníamos de un lugar semidesértico, así que llegar a un lugar tropical fue muy diferente. Allá en el norte hace un calor bastante fuerte, seco, y aquí es un calor húmedo, tropical, muy distinto al calor del norte. Entonces, obviamente que al llegar aquí la gente acostumbrada a vivir en otro clima, obviamente que contrajo enfermedades”.

Sin embargo, como Cancún carecía prácticamente de todo, se curaban como podían. “Nosotros conocimos Cancún desde sus inicios. No había clínicas, no había bancos, no había mercados. El mercado 23 eran palapas grandísimas…de repente llegaba por ahí algún médico paseante, que nos canalizaban por medio del gobierno federal, pero eran visitas extemporáneas, no eran permanentes”.

Para celebrar sus primeros 41 años de vida, algunos de sus pioneros, el pasado 20 de abril, volvieron a salir a la calle para conmemorar la fundación que venturosamente ha logrado convocar a habitantes de todos los estados del país, incluso de diversas partes del mundo, convirtiendo a Cancún en una de las ciudades más internacionales de México.

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