La policía, el sector más vulnerable en la pandemia

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

 

Durante esta pandemia pensamos que son los trabajadores de la salud los que más han resentido el embate de la Covid-19. Cierto, estos ángeles de bata blanca se han convertido en los titanes, que día con día vencen a la muerte, llevan auxilio, cura, esperanza, consuelo y aliento a miles de pacientes que se aferran a la vida. Sí, también son la primera línea de combate contra ese virus letal, mantienen jornadas extenuantes y retan a la parca; sus cuerpos lacerados por uniformes y equipos especiales que tienen que utilizar casi todo el día han dejado huella en sus rostros. Lamentablemente, también han fallecido médicos, enfermeras, camilleros, paramédicos, operadores de ambulancias y otro personal de salud.

Sin embargo, olvidamos a uno de los sectores más vulnerables de la sociedad, que tan sólo por el número de elementos supera con mucho al personal hospitalario, la policía. Pensemos que tan solo en la Ciudad de México la preventiva y sus cuerpos complementarios rondan los cien mil efectivos.

Esos uniformados de a pie han mantenido sus actividades cotidianas de prevención del delito, patrullaje de todas las calles de la ciudad y contenido la incidencia criminal. Además, durante estos primeros diez meses de la Covid-19 han realizado funciones de apoyo al personal médico, resguardado instalaciones, participado en la logística para el traslado y distribución de vacunas, han disuelto fiestas y reuniones masivas para evitar la propagación de los contagios, se han convertido en paramédicos y asistido a la población abierta en sus casas o llevándolos a los nosocomios. Han sacrificado días de descanso u horas libres con los seres queridos para estar cerca de la gente sus familiares. La policía siempre presente.

El precio que han tenido que pagar es muy alto. Cientos de uniformados, mandos y personal administrativo han fallecido. Como dijo el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, están cayendo como moscas. La nueva plaga ha segado muchas vidas, gente joven y prometedora y mandos con experiencia. Pero esta nueva peste no hace distinciones.

Sin embargo, muchas muertes se pudieron evitar. Al igual que en el sector salud, las autoridades de las corporaciones policiacas no han apoyado a los servidores públicos. Los médicos sufrieron por falta de quipo como uniformes, cubrebocas y caretas. Aceptaron trabajar con lo que tenían y en jornadas extenuantes. Ya vimos lo que pasó. Los policías enfrentan una situación similar, realizan un esfuerzo extraordinario, sin cubrebocas, caretas o gel antibacterial. Los altos mandos, parapetados en la falta de presupuesto para atender esta crisis sanitaria y diseñando estrategias desde el escritorio, exigen a los elementos que de su bolsillo compren los implementos que son básicos para enfrentar este problema. De su magro pecunio personal tienen que distraer lo del gasto familiar para comprar esos utensilios, amén de la renta que tienen que pagar por el uso de patrullas, gasolina o la reparación de las unidades.

Los jefazos también los obligan a realizar jornadas extenuantes, más allá del horario normal, con cualquier pretexto como castigos por supuestas fallas en el servicio o porque no hay suficiente personal. Cómo se puede eficientar la labor policial con turnos de 24 horas sin descanso o la supresión de los días francos, los cuales quedan al capricho de los comandantes. El “entre” es una realidad en todas las corporaciones policiales y su práctica se ha agudizado en esta pandemia. Tampoco los servicios médicos han sido suficientes para paliar la demanda de pacientes que de por sí reciben una atención deficiente y burocrática. Estoy seguro de que han muerto más policías que médicos, pero los uniformados lloran su dolor desde el anonimato. Ojalá las autoridades vuelvan los ojos al servicio que prestan sus elementos. Una policía apoyada trabaja con excelencia y ofrenda su vida por los demás, pero no se vale que jefes policiacos de chocolate le quieran decir desde el escritorio y sólo en espera el “entre”, cómo deben trabajar los héroes de a pie.

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