La violencia, asignatura pendiente

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

Los últimos tres años han sido los más violentos en la historia contemporánea de México. Ni la guerra de Calderón contra el crimen organizado dejó tantos muertos como los registrados desde 2019. La estrategia de abrazos y no balazos fracasó. No se han contenido —a pesar de las cifras oficiales— los homicidios dolosos, las ejecuciones, las masacres, los enfrentamientos ni las desapariciones, a las que se suman las víctimas de la violencia política, la intrafamiliar y los feminicidios.

La consultora Lantia Intelligence presentó un estudio sobre la violencia en México durante marzo, la cual se concentró en el Bajío y el norte del país. Los estados más agresivos fueron Guanajuato, Baja California, Jalisco, Sonora, Chihuahua y Michoacán y los municipios más conflictivos Tijuana, Juárez y Juanacatlán.

Según el análisis, hubo un incremento de muertes violentas por enfrentamientos en un 25 por ciento respecto de febrero, el cual ya presentaba un aumento del 40 por ciento con relación a enero. La CDMX también registró un mayor número de ejecuciones y vendettas entre bandas rivales.

Entre las causas que originan una mayor violencia, además de la actitud omisa de las autoridades que prefieren no intervenir mientras se enfrenten los grupos criminales, está el conflicto interno en el Cártel Jalisco Nueva Generación por el control de la plaza en Puerto Vallarta, y la lucha que mantiene con el Cártel de Sinaloa, el cual también presenta problemas entre la gente del Mayo Zambada y la de El Chapo Guzmán.

En esta guerra no declarada entre el gobierno y la delincuencia organizada, quienes más bajas han sufrido son las corporaciones policiales, cuyos elementos son secuestrados y encontrados muertos o emboscados y acribillados como sucedió con los trece elementos de la policía mexiquense por Ixtapan de la Sal.

Desde septiembre del año pasado, en que arrancó el proceso electoral, se ha recrudecido la violencia política, cuyos atentados han dejado una estela de muerte y obligado a las autoridades a dar protección a más de centenar y medio de candidatos o autoridades civiles. Víctimas han sido precandidatos, candidatos, funcionarios electorales, expresidentes municipales, ediles, legisladores, jueces, fiscales, líderes y otros servidores públicos. El crimen organizado ha querido imponer a sus afines y ante la negativa quiere inducir el voto del miedo.

La pandemia es otro factor que influye negativamente en la seguridad ciudadana. El confinamiento obligatorio, el home office, la educación a distancia han obligado a la convivencia familiar, la cual no necesariamente es sana o cordial, por ello se ha incrementado la violencia intramuros que afecta generalmente a la mujer y a los hijos. Durante 2020 creció exponencialmente el número de llamadas de auxilio al 911, cifra que minimizó el propio presidente.

Los feminicidios son la gran asignatura pendiente de este gobierno. La muerte de mujeres por el simple hecho de serlo es un delito con el que no han podido las autoridades. La violencia contra ellas ha generado la protesta sistemática de las feministas que han gritado ¡Ya basta! Sus expresiones de inconformidad se han topado con los oídos sordos del gobierno que incluso llegó a amurallar el Palacio Nacional para evadirlas. Sólo la creatividad femenina pudo más que el cerrojo oscurantista de los inquilinos del palacio virreinal. Una y otra vez, el poder Ejecutivo ha menospreciado las protestas y hasta las tilda de manipuladas o de copiar prácticas extranjerizantes, pero la terca realidad se impone. Cada vez hay más feminicidios y no porque sea un complot contra esta administración, la cual dice que se empezaron a contar desde esta gestión. No, el feminicidio se tipificó y contabiliza desde 2012, en la época del calderonismo. Miente el Presidente al decir que antes se sumaban esas muertes a los homicidios dolosos. Su desdén a las causas feministas ha incidido en el incremento a los feminicidios.

La falta de verdaderas políticas públicas de prevención del delito y de combate frontal al crimen organizado nos tiene al borde del colapso. A mes y medio de los comicios, la violencia política no parece ceder, ni se atienden las causas de la violencia intrafamiliar, campea la impunidad en los feminicidios y no se ataca a los narcotraficantes ni a sus sicarios.

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