Crisis de salud y terrorismo verbal

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

El gobierno no ha podido solventar el colapso del sistema de salud ni el desabasto de medicamentos y lejos de invertir en la infraestructura hospitalaria, aumentar la cobertura de salud, mejorar la calidad de los servicios de primer contacto y atender las demandas de los niños con cáncer, lanzó una campaña de desprestigio contra ellos y secundó el terrorismo verbal con la perversa hipótesis de un monero orgánico de la 4T de que esos infantes forman parte de una estrategia desestabilizadora con tintes golpistas de derecha en contra del régimen. Con distractores, las autoridades se niegan a reconocer que entre sus prioridades no está ni estará el dar los tratamientos oncológicos que requieren los pequeñines.

Desde el inicio del sexenio, la 4T buscó desmantelar el sistema de salud para destinar esos recursos a sus proyectos clientelares, por ello desapareció el Seguro Popular -política pública que permitía dar cobertura universal de salud, de calidad, a población abierta-, se cerraron las guarderías y se estigmatizó a la industria farmacéutica -por voraz-, para tener el pretexto y no comprarles los medicamentos, aunque se provocara el desabasto nacional.

La verdad es que nunca hubo la intención de crear un sistema de salud como en Dinamarca y aunque suena perverso, en el fondo el gobierno pretendió asumir el costo político de las muertes de infantes como daño colateral, antes que distraer los recursos para viejitos, “ninis” y madres solteras. Tal vez como émulo de Mao, el gobierno inició su propia expurgación, como lo hizo el líder chino con la persecución durante la revolución cultural y los muertos de la Gran Marcha.

Con la creación del Insabi se desdibujó la protección a la población abierta, colapsó la red hospitalaria -ahora se quieren pasar los nosocomios de Salud al IMSS-, y se agudizó el desabasto de medicamentos. Situación que se agravó con la pandemia, cuya errónea estrategia sanitaria del gobierno provocó la muerte de 300 mil mexicanos, situación predecible que se pudo evitar si no se hubiera actuado con soberbia e ignorancia por parte de las autoridades.

Mientras tanto, el Presidente se peleó con los laboratorios y unilateralmente decidió cancelar los contratos, aduciendo que los conseguiría más baratos en el extranjero. Falacia que afectó aún más a los pacientes oncológicos, sobre todo a los niños. La pandemia obligó al sector salud a dedicarse a la compra de vacunas por todo el mundo, tarea titánica que solo cumplió a medias durante el proceso electoral y con fines estrictamente políticos; una vez pasadas las elecciones bajó el ritmo de vacunación porque ya no hubo interés en atender a la población ni conquistar más grupos clientelares.

Hoy, el gobierno se ve obligado a recurrir a las farmacéuticas ante la incapacidad de la ONU para comprar y abastecer los medicamentos, además del incumplimiento en los pagos por parte de nuestro país.

Lo cierto es que no hay dinero para adquirir las medicinas ni interés oficial para distraer los recursos de las becas y apoyos a los grupos clientelares que atienden los programas sociales. Por eso se disfraza la obcecada pretensión del gobierno con la descalificación a los padres y niños con cáncer, a los cuales se les hace aparecer, primero como inexistentes y luego como instrumentos de las derechas golpistas. Este terrorismo verbal de personeros y autoridades, además de insultante, busca ocultar la expurgación maoísta de nuestro régimen., donde los infantes enfermos solo son un daño colateral de la 4T.

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