Por la Derecha..! ,Luis Ángel García, Opinión,

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

Ocupamos el nada honroso cuarto lugar en criminalidad entre 193 países. Sólo por debajo de la República Democrática del Congo, Colombia y Myanmar. La delincuencia organizada se ha empoderado y mantiene en jaque a las autoridades y en vilo a los ciudadanos. Las drogas, el tráfico de armas, la trata de personas y una desmesurada violencia nos distinguen por los indicadores de conductas delictivas, la nula acción gubernamental y el impacto negativo en lesa sociedad.

Los datos son del Índice Global en Delincuencia Organizada, resultado de dos años de investigación que evalúa la penetración criminal en las estructuras gubernamentales y el grado de deterioro social en 193 países miembros de la ONU.

El estudio demostró que los tres niveles de gobierno no mostraron el mayor interés por reconocer la gravedad del fenómeno ni cuentan con marcos legales actualizados o políticas públicas para enfrentar estos nuevos jinetes apocalípticos. Tampoco han preparado a sus gobernados para prevenir esos males o sobreponerse a ellos. Lamentablemente, el informe marca una tendencia generalizada a la connivencia del Estado con el crimen organizado. Colombia mantiene la supremacía en la región en cuanto al comercio de las drogas -aunque ahora con una fuerte influencia de los cárteles mexicanos-, pero nuestra nación vive una de las peores crisis de seguridad como la tuvo la nación sudamericana en los ochenta. Hoy vivimos presos del narcotráfico y otros ilícitos colaterales como la violencia política, las masacres, las desapariciones, los secuestros, el cobro por derecho de piso, las extorsiones. Delitos a los que han migrado los narcotraficantes cuando se complica la venta de los estupefacientes o la baja en la demanda. La violencia que generan también alienta otro negocio muy lucrativo que es la venta ilegal de armas, las cuales pasan por adunas altamente permisibles y corruptas que permiten el ingreso de entre 250 mil y 500 mil armas de fuego al año, pistolas y rifles de asalto con los cuales los sicarios matan lo mismo a sus contrincantes que a civiles inocentes.

La tercera cara del crimen organizado es la trata de personas, delito de los violentos, clandestinos y difíciles de identificar que explota la pobreza, la desigualdad, la discriminación y falta de garantías a los derechos elementales de grupos vulnerables como son las mujeres, las niñas y niños y las personas de la diversidad sexual. Además, México se ha convertido en país de origen, tránsito y destino de víctimas de trata. Se estima que más de cien mil seres humanos caen en las garras de estos delincuentes cada año.

A mediano plazo no se ve que podamos mejorar en el ranking mundial. La ausencia de políticas públicas que combatan al crimen organizado, la filtración de delincuentes en las estructuras gubernamentales y de policía, el alto índice de corrupción de uniformados de todos los niveles, aduaneros y agentes migratorios hacen imposible frenar el embate de esos ilícitos. Lamentable que nuestro país ocupe tan deshonroso lugar, cuando debiéramos destacar en otros rubros como la recuperación económica, el desarrollo social, los avances en la ciencia y la tecnología, no por los cien mil muertos a manos del crimen organizado en menos de tres años o las cien mil desapariciones que hasta ahora se conocen. México merece otro futuro.

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