El caso Lozoya como distractor

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

La fotografía viralizada de Emilio Lozoya en un restaurante chino de lujo en las Lomas de Chapultepec, lejos de favorecer a la periodista Lourdes Mendoza en su justo reclamo por exigir se restituya su imagen personal y profesional difamada por el ex director de Pemex, fue aprovechada por la 4T para retomar su narrativa sobre la corrupción en el pasado. Sirvió la trasgresión a la ley para lograr que la contrarreforma eléctrica dejara de ser tendencia en las redes y se minimizaran los nada claras conversaciones y acuerdos bilaterales del pasado fin de semana con los gringos.

La crónica de la propia columnista narra que una amistad le advirtió sobre la presencia del ex funcionario en una mesa del Hunan y se trasladó al lugar para verificar que estuviera el comensal. Al ubicarlo, le tomó una foto donde departía con otras personas y se retiró del lugar, ante la amenaza de Lozoya que pedía a un mesero la retirara del lugar. Más tarde subió la imagen que rápidamente se hizo viral, junto con la indignación de la periodista que reclamaba la facilidad con la cual el que busca ser testigo protegido violó el arraigo domiciliario, sanción que pretextó para no asistir a una audiencia en el juicio que interpuso Lourdes Mendoza por difamación.

Rápidamente los testaferros del régimen ponderaron el carácter legal del permiso para ir al restaurante, pero condenaron la inmoralidad de Lozoya, al que asociaron con la corrupción imperante en otros sexenios. Mexicanos contra la Corrupción también develó los negocios de Lozoya en la industria minera. Exculpan la presencia del indiciado en una cena, pero arremeten contra la corrupción de otros sexenios.

Por eso en la mañanera se justificó la actitud mundana y violatoria de la ley del ex director de Pemex, pero se insistió en lo corruptos que eran antes. De la contrarreforma eléctrica se ponderó el regreso al monopolio estatal, sin importar la bancarrota de la CFE, el uso de combustibles fósiles contaminantes y la venta de carbón que realiza un legislador de Morena exhibido en el escándalo de los “Pandora Papers” como uno de los tres mil mexicanos que depositan millones de pesos en los paraísos fiscales. Con la fotografía, pasó de largo el multimillonario pago que tendrá que hacer el gobierno por la cancelación de concesiones, violaciones al T-MEC, litigios por indemnizaciones, daños y perjuicios. Además de las inversiones que tendrá que hacer la paraestatal para generar el 52 por ciento de la energía nacional, de la que ahora sólo logra el 28 por ciento.

La difusión de la fotografía también opacó la reunión bilateral con funcionarios norteamericanos que vinieron a renegociar los nuevos términos del Plan Mérida, hoy llamado Entendimiento Bicentenario, del que sólo se establecieron los objetivos, pero no el cómo, el cual se fijó para fin de año. México festinó un gran logro, un acuerdo al tú por tú, pero no nos dijeron que hay más obligaciones para nuestro gobierno, quien se comprometió a combatir verdaderamente al crimen organizado, aceptar a los agentes de la DEA, intercambiar información, incautar el armamento ilegal que cruce la frontera, golpear las finanzas del narcotráfico, incautar droga y bienes ilícitos y un largo etcétera que no se hizo durante tres años.

Lástima que la fotografía del ex funcionario haya servido para distraernos de los grandes temas nacionales. El Presidente seguirá instruyendo para que se conozcan avances del proceso sin cuidar las formas y sólo como distractor frente a lo que sí nos interesa: la generación de energía limpia y barata sin tener que subsidiar a la paraestatal y ver que por fin se combate al crimen organizado, aunque sea con la ayuda de la DEA.

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