Luto en la cultura mexicana; falleció Ernesto de la Peña

  • Apenas el pasado jueves el políglota, escritor, académico, lingüista y poeta recibió el Premio Internacional Menéndez Pelayo

Uno de los hombres más cultos y generosos de México, Ernesto de la Peña, murió ayer. Su legado será ampliamente difundido.

Ernesto de la Peña, escritor, lingüista, académico, poeta, políglota, quien apenas el jueves recibió el Premio Internacional Menéndez Pelayo y estaba cerca de cumplir 85 años, falleció ayer a las 5:00 horas en su domicilio de la capital mexicana.

Justo por cuestiones de salud, el premio Menéndez Pelayo le fue entregado a distancia; él, en El Colegio de México, los que lo condecoraban desde el Palacio de la Magdalena, en Santander, España.

“Ha muerto Ernesto de la Peña. Las letras mexicanas y la patria están de luto: pierden a uno de sus mayores estudiosos”, escribió en su cuenta de Twitter Consuelo Sáizar, titular de Conaculta, quien también informó que el escritor será velado en el panteón Francés.

Hoy martes, de las 12:00 a 14:00 horas, se llevará a cabo un homenaje en su memoria en el Palacio de Bellas Artes. Se lamenta el deceso del escritor, filólogo, traductor y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Ernesto de la Peña”, escribió el Fondo de Cultura Económica a través de esta red social.

El también Premio Internacional Alfonso Reyes y Nacional de Ciencias y Artes, fue además autor de los títulos El indeleble caso de Borelli, Mineralogía para intrusos, La rosa transfigurada y El centro sin orilla.

También destaca Las estratagemas de Dios, por el que recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1988. Además, tradujo de manera directa del griego original los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Pese a su avanzada edad, De la Peña, no pensaba en el retiro, pues trabajaba en la publicación de un largo ensayo sobre el escritor francés François Rabelais.

De la Peña nació el 21 de noviembre de 1927, en la ciudad de México. Estudió la licenciatura en letras clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM , donde conoció a filósofos presocráticos, filosofía de la ciencia, idioma árabe, sánscrito y lingüística indoeuropea.

De acuerdo con una biografía de Difusión Cultural UNAM, el escritor dedicó gran parte de su vida a estudiar, tanto lenguas occidentales como orientales, dominó cerca de 30 idiomas.

Realizó estudios de chino y sánscrito en El Colegio de México (COLMEX) y en la UNAM se desarrolló como traductor de griego y latín. Tuvo una participación activa en la televisión, por ejemplo, en Canal 22, donde fue conductor titular, y haciendo colaboraciones culturales en la TV comercial.

Era miembro del Consejo de Ópera del INBA y miembro del Consejo Consultivo del Archivo General de la Nación.

En 1988 recibió el Premio “Xavier Villaurrutia” por la obra Las estratagemas de Dios , así como la medalla conmemorativa por los 3000 años de Jerusalén otorgada por la embajada de Israel en México.

En el 2003 recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura y el 25 de octubre de 2007, recibió un homenaje de la Academia en una ceremonia realizada en el centro de cultura Casa Lamm, al lado de otros intelectuales octagenarios, entre ellos, Guido Gómez de Silva, Margit Frenk y Ruy Pérez Tamayo. Era miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.

Entre sus obras publicadas destacan los cuentos Las estratagemas de Dios (1988) y Las máquinas espirituales (1991) , la novela El indeleble caso de Borelli (1991) , el poemario Mineralogía para intrusos (2005) , los ensayos El centro sin orillas (1997), La rosa transfigurada (1999), Castillos para Homero (2009).  Ernesto de la Peña había obtenido el “XXVI Premio Internacional Menéndez Pelayo” debido a su labor por difundir la cultura a las nuevas generaciones.

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