Piden cabezas en la cúpula castrense rusa por retirada militar

 

  • Critican pérdida de posiciones ocupadas

 

Más concejales de Rusia apoyan la petición pública de dimisión del presidente Vladímir Putin, por iniciar la campaña militar en Ucrania.

 

El claro avance de las fuerzas ucranianas en el este del país sobre posiciones que llevaban meses en manos rusas ha abierto las primeras fisuras en el discurso político en Rusia, hasta ahora poco dado a airear discrepancias sobre la línea oficial marcada por el Kremlin.

Los líderes de la propaganda rusa instan abiertamente a ejecutar a los comandantes que debían defender el enorme territorio perdido, mientras que otras voces afines al poder reclaman ahora castigar a quienes convencieron al presidente, Vladímir Putin, de que sus tropas serían recibidas con abrazos en Ucrania.  La contraofensiva ucrania, que ha ido ganando terreno en cuestión de horas en las últimas jornadas, tomó a Rusia por sorpresa. El sábado, cuando Kiev anunció que había retomado puestos clave como Járkov, Putin estaba en Moscú inaugurando la mayor noria de Europa, mientras los habitantes de la capital bailaban y bebían por el 875º aniversario de la ciudad. El Ministerio de Defensa ruso, tras el silencio que siguió a los anuncios sucesivos de las autoridades ucranias, finalmente anunció una “retirada ordenada” en la región de Járkov, donde no solo ha perdido la iniciativa y ciudades importantes como Izium, sino también un nudo ferroviario clave para el abastecimiento de su ejército.

En Rusia, hay sectores que en esta ocasión no han comulgado con la justificación oficial. Por ahora las críticas han arreciado contra los escalones inferiores a Putin, aún blindado por dos décadas en las que la propaganda construyó un aura de infalibilidad a su alrededor. La interpretación que el presidente checheno, Razmán Kadírov, ha hecho de la retirada ha sido significativa. En un mensaje difundido en su canal de Telegram, se ha referido al “hecho de que [el ejército ruso] se haya ido y regalado varias ciudades”. “Yo no soy un estratega como los del Ministerio de Defensa, pero se cometieron errores”, añadió, y advirtió de que si no hay cambios inmediatos en lo que se sigue denominando “operación militar especial”, buscará comunicarse directamente no solo con el ministerio ruso, sino con el liderazgo del país, es decir, Putin. Ese mensaje se interpreta como un ejemplo claro del malestar del líder checheno respecto al transcurso de la guerra.

Las Fuerzas Armadas, la institución más valorada por los rusos, incluso más que el Kremlin, según los sondeos, afrontan una enorme presión. Putin rechaza decretar la movilización general de la población, una medida impopular que exige el ala más dura. Los periodistas cercanos al poder cargan mientras tanto contra los mandos del ejército. Uno de los máximos responsables de la propaganda del Kremlin, el presentador de Rossiya 1 Vladímir Soloviov, afirmó, también en Telegram: “Muchos jefes con uniforme (no me atrevería a llamarlos comandantes) son dignos del despido con deshonor, un juicio penal o incluso la ejecución, y podría nombrar a algunos”.

La crisis abierta por el contraataque ha puesto en el punto de mira, de momento, a los asesores del Kremlin y a los mandos del ejército. Varios analistas y políticos cuestionaron el desarrollo de las operaciones de las tropas rusas en los últimos meses en un debate del popular canal NTV, cuyo control fue tomado por Putin nada más llegar al gobierno hace décadas.

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