Del Poder absoluto

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

Las constituciones de todo el mundo, incluidas las no escritas como la Bill of Rights inglesa, se crearon para frenar los abusos del poder político, los excesos de los gobernantes sean reyes, presidentes, jefes de gobierno o primeros ministros. Las Leyes Supremas se hicieron para alejar las tentaciones de regresar a los tiempos de los monarcas medievales que se creían dueños de las voluntades y vida de los súbditos. Incluso invocaban el derecho divino para gobernar.

Las cartas magnas formalizaron el Estado de Derecho y dieron a los ciudadanos las garantías de que se respetarán todos sus derechos y que la autoridad no abusará en el ejercicio del poder. Ese mismo documento estableció las formas de gobierno y en las democracias, como la nuestra, estableció una República federal con división de poderes, donde ninguno de los tres -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- está por encima del otro y gozan de autonomía e independencia.

A pesar de ello, nuestro presidencialismo ha ejercido un excesivo predominio sobre los otros poderes con arrogante omnipresencia, omnipotencia y de manera omnímoda, parece más una monarquía absolutista que una república democrática. Así fue durante los casi ochenta años que gobernó el partido de Estado, el partido único. Las reiteradas reformas políticas y la alternancia en el poder fueron insuficientes para frenar el poder avasallante del gobierno de un sólo hombre.

La narrativa de la 4T sugería un cambio radical en la forma de ejercer el poder emanado del voto popular; pero nos equivocamos y salió respondona la muchacha. Una vez instalado en la silla presidencial, el inquilino de Palacio Nacional efectivamente logró una transformación, pero en su proyecto político, para pasar de doctor Jekyll a señor Hyde.

Para ello, demostró que lo que menos le importa son los pobres y que su verdadera intención es imponer un proyecto populista, desaparecer los organismos autónomos y acabar con los Poderes de la Unión; para ello socavó al Congreso, convirtiéndolo en una oficialía de partes, donde aprueban las iniciativas del Ejecutivo sin leerlas y sin quitarles una sola coma; desapareció la actividad parlamentaria para aplicar el mayoriteo de Morena y sus partidos rémoras.

Más aún, en la primera parte del sexenio, también tuvo en el presidente de la Corte a un incondicional. Pero al renovarse la titularidad del máximo tribunal y sin poder imponer a su candidata, en medio de un escándalo por el plagio de sus tesis, quedó una mujer de gran trayectoria judicial y enorme dignidad para ejercer el cargo. Al arribo de la togada Norma Lucia Piña Hernández, la 4T empezó a sufrir las de Caín y no pueden ver la suya.

Ya en el cargo, demostró que era en serio la división de poderes y que no iban a complacer los caprichos presidenciales. El lunes pasado dieron una prueba de ello al declarar la inconstitucionalidad de la primera parte del “plan B” electoral del Ejecutivo por violaciones graves al procedimiento legislativo. Soportaron los ministros no sólo el asedio a su sede, sino los insultos y agresiones de los trogloditas que les envía el oficialismo. Contundente revés a las aspiraciones antidemocráticas de la 4T que quiere manipular y controlar los comicios a su conveniencia.

Pero no pudieron con los ministros que sepultaron esta intentona, lo que desató la ira del gobierno, y el titular de la política interior del país, el hombre que debe negociar con los partidos y los propios legisladores y ministros, da por descontado el “plan B” y llama -quien necesita ser imparcial en los procesos electorales-, llama a un “plan C” que consiste en no votar por la oposición y llama corruptos a los integrantes de la SCJN por defender “a los conservadores”. Esa es la democracia que proclama la 4T. Pero hay ministros en México y hoy son el dique al abuso del poder.

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