¿Autogolpe de Estado?

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

Sin duda, las elecciones en el Estado de México representan un ejercicio de control electoral para la 4T. Más allá de la delfina presidencial, anodina candidata morenista, a la que presumen con una ventaja de hasta veinte puntos sobre su adversaria aliancista Alejandra Del Moral, es la estructura política de Morena y del propio gobierno, la que puede determinar el triunfo del grupo Texcoco, más que el de la cuestionada maestra señalada por los moches a los trabajadores municipales y los desvíos de recursos en la SEP.

Es prioritario para el inquilino de Palacio Nacional sacar al PRI del Palacio de Gobierno en Toluca y convertir ese triunfo en cabeza de playa rumbo a los comicios de 2024. Por eso hay preocupación en el cuarto de guerra de Morena en el Edomex, ya que es irreal ese 20 por ciento de supuesta ventaja. La candidata no levanta y aunque le han metido mucho dinero, no convence ni al voto duro de la gente que recluta la 4T a través de los programas sociales. Por eso, desde Palacio Nacional se oye la advertencia de votas por nosotros o están contra nosotros, lo que representa, para muchos, el miedo a perder las dádivas gubernamentales. Tampoco hay que dejar de lado el papel que juegue el crimen organizado a través de la violencia política y la intimidación del voto ciudadano.

De fracasar la imposición de la maestra -acusada de delitos electorales-, y la elección de Estado, se aprestan a denunciar supuesto fraude para anular la elección.

El laboratorio electoral mexiquense definirá la estrategia de la 4T en los comicios de 2024. Independientemente de la “corcholata” que designe el dedo presidencial, disfrazado de consulta o encuesta popular, ninguno tiene el arrastre para convencer en las urnas. Nuevamente la maquinaria electoral cuatroteísta hará su máximo esfuerzo por sacar adelante una elección de Estado, mediante la compra del sufragio, el voto corporativo, el apoyo de la delincuencia organizada, la cual tiene experiencia para orientar las “preferencias” del votante y, ahora, un árbitro electoral que se empieza a pandear. Si a pesar de ello, no pudieran sacar adelante esa elección y retener, legítimamente, el poder, tienen un último recurso que es la ampliación del mandato presidencial so pretexto de concluir la intangible transformación del país mediante el uso del Ejército, quien también podría apuntalar a la “corcholata” seleccionada.

Hoy por hoy, las fuerzas armadas están sujetas a los caprichos presidenciales, pero también los han empoderado -incluso con una actitud permisivas a los actos de corrupción-, que están dispuestos a blindar al candidato que les digan o, por qué no, imponer a uno de extracción militar, panorama que no se vislumbra en el futuro cercano, pero que no hay que descartar.

Sería un autogolpe de Estado, como último reducto para preservar un fallido proyecto político, una entelequia que no ha reivindicado a los pobres y sí ha creado una clase social de nuevos ricos.

En cualquiera de los casos: La prolongación del mandato presidencial o el respaldo militar a una “corcholata”, inclusive castrense, requiere de la utilización de los verdes para legitimar el triunfo e imponer, por la fuerza, la paz y el orden ante los reclamos de la sociedad civil que se inconforme. Grave escenario parece orquestarse en un afán protagónico y de ambición del poder. Regresa el espíritu del henriquismo de 1952, la democracia, de nueva cuenta, está en peligro si prospera ese silencioso autogolpe de Estado.

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