Los afectos de AMLO en la península

Corre la voz

Jorge Castro Noriega

 

Sin la empalagosa cursilería de Layda Sansores, sin necesidad de llegar a esos extremos de servilismo político en decadencia, Carlos Joaquín se ha colado en el ánimo del presidente Andrés Manuel López Obrador. Está comprobado. Éste le guarda respeto y le ha abierto paso a su caudal de afectos personales, que no a todos, ni a cualquiera, se lo brinda.

AMLO tiene, por sus muy particulares razones, muy presente al gobernador quintanarroense. No desperdicia ninguna oportunidad para hacérselo saber y, de paso, mandar el mensaje a los enterados que sin pedírselo ni sirviéndole de tapete, puede éste tener futuro en las grandes ligas nacionales o en el servicio exterior.

Con la “pinta de raya” que hizo del yucateco Mauricio Vila la semana pasada en su gira por la región, quedó en claro que los afectos del Presidente y sus proyectos políticos se cierran ahora a sólo dos gobernadores en la Península: al de Quintana Roo y a la de Campeche. A ambos los sabe aliados y que cuenta con ellos, en lo presente y en lo futuro.

Si bien Carlos Joaquín ha salido al paso de las especulaciones y ha sostenido una y otra vez que él terminará su sexenio y que no ha recibido oficialmente ninguna invitación de Palacio Nacional para integrarse al equipo lopezobradorista, AMLO parece que tiene otros datos y otros planes. Pero sabe, también, que todo es cuestión de tiempo.

A Mauricio Vila, gobernador panista de Yucatán, a quien antes le había guiñado el ojo hacia la puerta de entrada a la “4T”, ya lo descartó y lo dejó tranquilo en casa. Su panismo está muy acendrado y su lealtad al blanquiazul muy por encima de la que AMLO pudiera esperar de él con cualquier oferta laboral o diplomática.

“Tienen un buen gobernador, que está haciendo un buen trabajo. Él tiene un compromiso con el estado y terminamos iguales (en el 2024). Creo que no sería conveniente (invitarlo al gabinete federal) porque está haciendo un buen gobierno, ¿y para qué andar experimentando?”, explicó el Presidente a los yucatecos en su mensaje mañanero del jueves pasado, para posteriormente trasladarse a Quintana Roo, donde ya lo esperaba, y lo acompañaría en toda la gira, Carlos Joaquín, quien culmina su mandato el próximo año y ya sin ataduras podría convertirse, si él así lo decide, en un muy eficiente secretario de Turismo nacional.

Joaquín González, recordemos, fue alcalde de Solidaridad, uno de los municipios turísticos más importantes de México y del mundo; presidente de la Comisión de Turismo en la Cámara de Diputados federal y subsecretario de Turismo federal en la administración de Enrique Peña Nieto. Y bueno, después de eso, va por el sexto año como gobernador de una de las entidades con mayor vocación turística del país y cuyos destinos captan una enorme rebanada del pastel de la industria sin chimeneas a nivel global.

En experiencia, para ocupar la Sectur, nadie le gana. Parece que por ahí va la jugada de AMLO y se entiende el porqué de tantos apapachos al mandatario quintanarroense.

El acompañamiento protocolario al presidente no acabó para Carlos Joaquín en su estado. Terminando la agenda en Quintana Roo, se lo llevó a Campeche, donde le abrió espacio en su tribuna mañanera y habló de la estrecha colaboración de su gobierno con la Federación. Mientras, AMLO escuchaba y asentía, como confirmando que, en lo que pudiera estar pensando con él para un futuro mediato, no se estaba equivocando.

Si bien llegó a gobernador como ariete de una alianza entre el PAN y el PRD que derrumbó al PRI hasta sus cimientos, Carlos Joaquín nunca se definió ni por uno, ni por otro. Tiene proclividad y mayor cercanía panista, es cierto, pero no al grado de haber firmado un contrato nupcial hasta que la muerte los separara.

Es hasta ahora un gobernador demócrata, pero sin partido, aliado del Presidente y de los grandes proyectos de nación que beneficien a Quintana Roo, que bien puede seguir aportando desde cualquier otra trinchera sin condicionar ideales ni convicciones.

Y no necesita, como su campechana homóloga Layda Sansores, tirarse al piso para, con servilismo exacerbado, decirle a López Obrador que es “un guía, un líder, un libro, un poema, el que siempre marca la ruta”.

Porque se puede ser afín, aliado o agradecido con el presidente, pero hay niveles y hay estaturas que definen a los verdaderos políticos.

www.jorgecastronoriega.com

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