Corre la voz
Jorge Castro Noriega
Quienes creían que Rafael Marín Mollinedo estaba fuera de la jugada por la gubernatura de Quintana Roo, luego de que su “hermano” -así se llaman ambos- el presidente López Obrador le pidiera no inscribirse en el proceso interno de Morena y quedarse al frente del Corredor Transístmico, podrían llevarse una mayúscula sorpresa. Lo más recomendable es no cruzar apuestas todavía, ni repicar las campanas antes de tiempo.
Porque, primero, el reciente anuncio que hiciera la secretaria general de Morena nacional, Citlalli Hernández, de que podrían sumar nuevos aspirantes a la selecta lista de cuatro elegidos tras la inscripción en la convocatoria no sólo ha oxigenado las esperanzas de los diez eliminados del grupo original, sino que también tienen frotándose las manos a los simpatizantes de “Rafa” Marín, que impulsan la propuesta de que sea él el ungido, aunque no se haya registrado.
Y la segunda muestra, apenas ayer, la dio la senadora Marybel Villegas, quien en conferencia de prensa se dijo dispuesta a declinar sus aspiraciones a la gubernatura -¡y vaya que la ha peleado!- a favor de Marín Mollinedo, en caso de que éste, dijo, decida inscribirse en el enmarañado proceso donde parece que las reglas pueden ser más de interpretación que de estricto cumplimiento.
Tanto lo dicho por la segunda de a bordo del partido morenista como el anuncio de de Marybel, son indicios de que no todo lo establecido en la convocatoria tendrá que ejecutarse al dedillo, pues hay muchas “letras chiquitas” que no todos han advertido.
Ya antes el poderoso director del Corredor Interoceánico lo había deslizado, pero quizá pocos lo entendieron.
Marín Mollinedo no se registró como aspirante argumentando que AMLO le pidió quedarse mejor a sacar la chamba, a lo cual, supuestamente, él diligentemente aceptó. Sin embargo, a los pocos días destapó de nuevo sus aspiraciones y aseguró que su liderazgo es tal, que habría podido lograr que todos los demás aspirantes declinaran a su favor para postularlo como un “candidato de unidad”. Y no anda muy errado, pues en su mayoría todos son cuadros formados e impulsados por él.
De entre todos los “tiradores”, sólo uno quizá no entra en esa canasta de fidelidad que presume “Rafa” Marín: Mara Lezama, la alcaldesa de Cancún, quien asegura llevar la delantera en todas las encuestas de preferencias electorales y de ahí su fortaleza como puntera del grupo.
Ella, por su identificación con el Partido Verde de México que la sigla, está en la mira de Marín, quien evidenciando un claro distanciamiento con la alcaldesa ha venido insistiendo en que Quintana Roo debe ser gobernado por un auténtico morenista y que “sería peligroso” que cayera en manos del PVEM. Y, por si fuera poco, el cierre de filas que hizo hoy con él la senadora Villegas, anticipa una contienda interna bastante complicada.
Paradójico: AMLO y Morena dicen que sí va la alianza, pero en Quintana Roo uno de los hombres más cercanos al Presidente y de mayor poder dentro del partido manda las señales encontradas. Y como nadie le dice nada, pues se entiende que actúa con la venia de alguien muy arriba. Sólo así se pueden comprender tales contradicciones.
Marín Mollinedo no refleja la postura de un político que está fuera de la jugada. Por el contrario, parece muy fortalecido desde la cómoda postura de crítico interno de Morena y de sus alianzas, sin que nadie se atreva a darle, de menos, un suave jalón de riendas para no arriesgar los acuerdos nacionales entre López Obrador y los jerarcas del Partido Verde.
A no ser, claro, que la estrategia política vaya precisamente en contrasentido de lo que nos han hecho creer hasta ahora.