El “asalto” de Palacio

Al tiempo..!

Vladimir Galeana Solórzano*

 

Sin lugar a dudas, el Presidente de la República no ha podido sacudirse esa arraigada costumbre de sacar dinero de donde pueda para satisfacer su megalomanía que no es otra cosa que un trastorno de la personalidad caracterizado por aquellos que tienen ideas de grandeza, de manera que pueden mentir, manipular o exagerar algunas situaciones o a las personas a fin de conseguir sus objetivos. Para decirlo más claro, el fin justifica los medios, como señalan algunos estudiosos de ese personaje llamado Nicolás Maquiavelo.

Habrá que señalar que la megalomanía es un trastorno de la personalidad que afecta a cerca del tres por ciento de los mexicanos, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Este trastorno presenta la peculiaridad de que la persona tiene ideas de grandeza, de manera que puede mentir, manipular o exagerar algunas situaciones o a las personas, a fin de conseguir sus objetivos, y que no son otra cosa que esa ansiedad por trascender y presentarse como el único que puede alcanzar a resolver los problemas de una comunidad.

Los megalómanos son personas de difícil trato y por lo regular piensan que el mundo no los merece porque ellos son superiores y mucho más inteligentes que los demás, pero se tornan agresivos cuando las cosas se les salen del control y este padecimiento se puede presentar a cualquier edad, pero es más notorio cuando son jóvenes o adultos por lo difícil de su trato con los demás y a pesar de que muchos de ellos tienen una gran carisma, cambian de ánimo con gran facilidad y más si evidencian este tipo de conductas durante mucho tiempo.

El problema es que si los contradicen son peligrosos, porque se enojan tanto que pueden ser agresivos y groseros. Los factores de riesgo de este padecimiento son aquellos que han sufrido violencia intrafamiliar, incluso abuso físico o sexual porque siempre buscan ejercer dominio o creen que tienen el poder. Su carácter voluble e indeciso puede degenerar en una agresión cuando no les salen bien las cosas. Y hay que señalar que el padecimiento puede estar presente a cualquier edad.

El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, es un obsesivo compulsivo cuando de disponer del dinero ajeno se trata, y pretende justificar esa parte de su personalidad haciendo reuniones en Palacio Nacional para “asaltar” a los empresarios, que por desgracia asisten y responden al llamado a pesar de que saben que tendrán que dejar una buena cantidad de dinero si no quieren ser blancos de los dicterios del inquilino de Palacio, quien piensa que los ricos tienen que dejarle una buena cantidad de dinero para satisfacer sus constantes caprichos.

De ahí, que haya titulado esta entrega como “El asalto de Palacio” porque quienes han acudido a esos reiterados llamados han reseñado que no les piden cooperaciones voluntarias, sino aportaciones de grandes cantidades de dinero y quienes deciden no acudir o no cooperar, simplemente se convierten en clientes constantes de las aportaciones voluntariamente a fuerza. Los “asaltos” que se realizan en Palacio Nacional son recurrentes y los dueños del dinero ya están buscando cómo evitarlos, dejar de asistir o llevarse su fortuna a uno de los paraísos fiscales. La voracidad presidencial en su máxima expresión. Al tiempo.

vladimir.galeana@gmail.com

* Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. en Periodismo por la Carlos Septién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Ex presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.

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