Ya no se puede llamar robado

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

Después de tres despojos en sus aspiraciones políticas, el ex canciller Marcelo Ebrard no se puede llamar robado; sabía de la perversidad maquiavélica y ambición política de su eterno jefe, “amigo” y gurú. A pesar de tener merecimientos para competir a cargos de elección popular como la Jefatura de Gobierno y la Presidencia misma, el inquilino de Palacio Nacional lo ha obligado a claudicar en sus aspiraciones a cambio de alguna propuesta de trabajo y la incumplida promesa de “en la próxima vas tú”. Tal vez la única ocasión en que se puede justificar la chamaqueada, fue cuando su mentor Manuel Camacho Solís se creyó también que sería el sucesor de Carlos Salinas de Gortari y no, como fue malogradamente, Luis Donaldo Colosio. De eso hace ya 30 años.

El berrinche de su protector se llevó a Ebrard entre las patas, ya que tuvo que formar su propio y efímero instituto político para acceder a la Cámara de Diputados. Por cierto, el entonces jefe de Gobierno se pasó de eficiente y en unas elecciones intermedias, donde Marcelo figuraba en primer lugar en la lista de las diputaciones plurinominales del entonces Distrito Federal, la operación política de Camacho Solís hizo que el PRI se llevara el carro completo y ganó los 40 distritos electorales, por lo que el partido aplanadora no tuvo acceso a las curules de representación proporcional y quedó fuera el secretario general de Gobierno camachista.

Sabe de las ingratitudes del sistema político mexicano y el mal pago en el servicio público. Por eso es poco comprensible que se haya dejado manipular por un hombre al que sólo le interesa el poder por el poder mismo y fuera tan ingenuo que creyera en falsas promesas. Quien traiciona una vez, traiciona siempre.

En la crónica anunciada de una farsa en que se convirtió la unción de la candidata de la 4T, Marcelo debió advertir que él era un actor más en la tragicomedia que encubría el dedazo presidencial y que como peón del ajedrez sexenal, solo tenía que aparentar el espectáculo de las “corcholatas” y esperar la recompensa prometida. Él nunca tuvo posibilidad alguna de ser el candidato de Morena. Sin embargo, aparentemente, tal y como lo hizo Camacho Solís, vende cara la derrota y amenaza con salirse del movimiento si no se lleva a cabo la repetición de la traspaleada encuesta, simulación a la que se prestaron, como comparsa, casas encuestadoras “serias”. De no reconsiderar su protesta, formará una asociación política nacional, apéndice de Morena, como lo hiciera Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo con la Corriente Democratizadora del PRI, previo a su salida para formar un Frente que devendría en la creación del PRD.

De ser cierta esta hoja de ruta, Marcelo -al que no preocupa mucho el factor ideológico-, habrá dado un gran paso en la recuperación de su credibilidad ciudadana, ya que tuvo el valor de denunciar, aunque tardíamente, la gran farsa que fue el proceso de selección morenista y que, al más puro estilo priista, mantiene vigente el dedazo presidencial y exhibe las actitudes antidemocráticas de un movimiento que falazmente dice defender a los pobres, cuando sólo interesa el continuismo de un proyecto político populista. De no ser así, el ex canciller dará la razón a quienes piensan que sólo es un quinta comuna del régimen que abdicará en sus legítimas aspiraciones para caer en las garras de la franquicia de Dante Delgado para hacerle el caldo gordo a su acérrima adversaria y restarle votos a Xóchitl Gálvez. Sea como sea, Marcelo ha infringido un enorme golpe a la 4T y le aguó la fiesta al inquilino de Palacio Nacional, al que por cierto tampoco lo ha dejado manejar la agenda nacional.

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