La corrupción somos todos

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

El gobierno de la 4T se ufana de haber acabado con un mal endémico en México: la corrupción. Paradójicamente en esta administración se han dado los casos más escandalosos de esta práctica inmoral e ilícita que afecta a los mexicanos, porque se atenta contra el dinero público. Curiosamente también es en este sexenio cuando se da el mayor índice de impunidad. En todos los casos denunciados, los fiscales carnales nunca encuentran pruebas de los latrocinios cometidos por actuales servidores públicos -tampoco del pasado-, o miembros de la familia presidencial. Un solo responsable hay en prisión. Se encubre no solo los evidentes desvíos del erario, sino hasta la connivencia con el crimen organizado, el cual compra las voluntades de gobernantes en todos los niveles.

Pero en honor a la verdad, hay que reconocer que esa práctica lesiva no es privativa de la 4T. Los ciudadanos mismos incurren en este deporte nacional. Que arroje la primera piedra aquel ciudadano que no ha pretendido sobornar a un agente de tránsito para evitar una multa, sabedores de que infringieron un reglamento, o quien busca corromper a un burócrata para obtener, sin reunir todos los requisitos, un permiso o una licencia, o aquellos que quieren saltarse la fila de una ventanilla y prefieren dar una “mordida” para resolver el trámite a las afueras de una oficina pública, sin excluir a los empresarios que no quieren cumplir con sus obligaciones tributarias. Tal vez porque esa mala práctica la traemos en un nuestro ADN, forma parte de nuestra idiosincrasia, negativa herencia de nuestra sangre española -por cierto, el inquilino de Palacio Nacional no ha exigido una disculpa a los ibéricos por enseñarnos a ser fraudulentos-.

Por eso el régimen de la 4T no debió utilizar el combate a la corrupción como una promesa de campaña, sabedores de qué pie también cojean. Ejemplos hay muchos de esas acciones deleznables cometidas por integrantes del gabinete, de gobernadores o ediles, así como de familiares cercanos y por eso tienen nula credibilidad las arengas de “muera la corrupción”, cuando se adolece del mismo mal. El show del pañuelito blanco ya nadie lo cree y se presta más a la suspicacia. Se dio un tiro en el pie.

Hay que insistir en que la malversación de los dineros, el tráfico de influencias, el enriquecimiento ilícito, los negocios al amparo de las obras públicas no es exclusivo del presente sexenio; priistas y panistas hicieron lo propio. Sin embargo, ahora sale a la luz pública una nueva corruptela donde se salpica al partido que presume que es distinto a los institutos tradicionales y no comete las mismas perversidades. Nada más falso, también MC prostituye la política y se vale de la franquicia que detenta su eterno líder para negociar dinero y posiciones políticas, amén de inconfesables acuerdos en lo oscurito con el gobierno en turno.

Los millonarios sobornos que daba un operador político de Dante Delgado a cambio de contratos en la controvertido Segalmex retrata de cuerpo entero a un fariseo en que se ha convertido el político veracruzano. Lo traiciona su pasado tricolor, partido del que ahora reniega, luego de que fuera llevado a la cárcel por corrupción. Lo mismo sucede con el PVEM, membresía que se vende al mejor postor y que, amén de ser una agrupación rémora, lo utilizan como partido bisagra.

Así que el final de la corrupción está muy lejos y difícilmente podrá erradicarse; por esos los políticos y candidatos a cargos de elección popular debieran abstenerse de utilizar el combate a la corrupción como bandera electoral. Como dice el dicho, para tener la lengua larga hay que tener la cola corta. Resulta cínico proclamar que no son como los de antes o que roban poquito, salieron buenos todos para el dinero mal habido.

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