Infierno heavy en el Foro Sol

  • La locura de Osbourne pareciera no tener fin, algunas de sus carcajadas satánicas eran ovacionadas, en ciertos momentos caminó a gatas y en otras corrió por el escenario para estar más cerca de sus súbditos
Ozzy Osbourne y Tony Iommi agradecieron en varios momentos las afectuosas porras que le gritaban sus fans. (Foto: Salvador Bonilla/Ocesa)

Ozzy Osbourne y Tony Iommi agradecieron en varios momentos las afectuosas porras que le gritaban sus fans. (Foto: Salvador Bonilla/Ocesa)

Todo estremeció cuando la noche del sábado llegaron al Foro Sol Ozzy; Osbourne, Tony Iommi y Geezer Butler, quienes dejaron de ser el sueño de muchos convirtiéndose en realidad y es que el pasado sábado todo eran llamas infernales cuando aquello dejó de ser una utopía y finalmente se convirtió en un momento de éxtasi en el mencionado recinto que era invadido por la oscuridad.

Previo a ello Megadeth saltó al escenario con un Dave Mustaine más relajado, quien portaba una camisa blanca y jeans negros un tanto desacordes con el negro total de sus 60 mil seguidores que abarrotaron. Más tarde Black Sabbath arribó con un sonido nítido y la actitud esquizofrénica de un reverenciado Ozzy.

War Pigs, fue el pretexto perfecto para iniciar la velada de los lidereados por Ousborne, quien fue el líder de un culto que durante años era esperado por los seguidores del género. Es así que con un volumen y una potencia considerablemente mayores llegó la mencionada banda. “Es genial estar aquí, en la Ciudad de México. Nos tomó mucho tiempo venir, pero finalmente llegamos”.

Sin duda el Príncipe de las Tinieblas con solo alzar sus manos lograba el estruendo total de todo el público, desde niños ataviados con playeras negras hasta adultos sesentones con la greña cana, pasando por cientos de jóvenes, se rindieran ante él.

Snowblind, Age of Reason y N.I.B fueron los temas que lograron afianzar esa rendición de la gente ante un encorvado Ozzy, quien jugó con su mano como si hiciera una felación, orquestó varias porras en su honor (“¡oé, oé, oé, Ozzy, Ozzy!”), se arrastró a gatas y se cruzó de brazos para bañarse con alaridos de admiración.

Children of the Grave sepultaba a los más escépticos con un certero batacazo, un riff enloquecido y la seguridad de que el Foro Sol pocas veces se había sacudido tan estrepitosamente como con la presencia de Black Sabbath.

 

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