“Slava’s Snowshow”, la más bella y pura poesía clown

  • Es un espectáculo divertido, hecho con el corazón, que despierta los sentimientos del público, el cual se convierte en un miembro más de la compañía, lo que hace que ninguna función sea igual
Arturo Arellano

 

El espectáculo de “Slava’s Snowshow” rinde homenaje a Slava Polunin, un ícono de la cultura rusa y el clown más prestigioso del mundo. (Foto: Lulú Urdapilleta)

El espectáculo de “Slava’s Snowshow” rinde homenaje a Slava Polunin, un ícono de la cultura rusa y el clown más prestigioso del mundo. (Foto: Lulú Urdapilleta)

 

Por décimo año consecutivo, “Slava´s Snowshow”, espectáculo clown por excelencia, se presenta en nuestro país, con una temporada que arrancó el pasado 12 de mayo y que concluirá el 29 del mismo mes, con presentaciones de miércoles a lunes en el Centro Cultural Teatro 1.

Esta vez el clown amarillo creado por el payaso, actor, director y realizador, Slava Polunin, es interpretado por su compatriota ruso Tyoma Zhimo, en el que encontramos una versión joven, fresca e irreverente del simpático personaje, llevando al público a atmósferas y ambientes diferentes.

Si bien el “Slava´s Snowshow” sigue trabajando con el mismo espectáculo, mismos gags, guiños, música y números desde 1993, cada versión e interpretación es diferente y se puede entender de la siguiente manera: “no sabe igual, ‘El rey’ con José Alfredo Jiménez, autor, que con Vicente Fernández”, el sentimiento es diferente, las entrañas, el corazón, los matices y lo mismo pasa con este show, cuyo protagonista, el clown amarillo antes interpretado por Polunin, en esta ocasión quedó a cargo de Tyoma Zhimo, un payaso joven de corta estatura y en tanto más ágil e hiperactivo.

Como lo dicta la obra creada por Polunin, el espectáculo arranca con el clown amarillo caminando por el escenario, mientras sostiene una cuerda de manera nostálgica, la tristeza es tal que se puede deducir que el payaso está por suicidarse, se coloca la cuerda en el cuello y al tensarla aparece un segundo payaso amarillo, con el otro extremo de la cuerda atado también a su cuello, ambos se divierten y observan, sus gestos y mímica llevan a la gente de la melancolía a la carcajada, con simplicidad, sin palabras, como los grandes de la comedia muda nos han enseñado a través de los años, tal es el caso del master Charlie Spencer Chaplin o su contemporáneo Buster Keaton, creador de la comedia física.

A partir de entonces, la ola de payasos verdes y amarillos se detona en el escenario, logrando la risa de la gente con tan sólo caminar. Un gesto digno de destacar en esta temporada, es que para este décimo aniversario en México la compañía vino completa y a diferencia de años anteriores el número “Blue Canary” se puede disfrutar con los tres clowns amarillos tradicionales: el protagonista más dos ‘cara blanca’, el primero con tintes de Pierrot y la segunda, más libre con una luna en la cabeza, haciendo una mímica impecable al simular “Blue Canary, di ramo in ramo, blue canary, gorgheggi al vento”. Aprovechamos aquí para citar palabras del creador del show Slava Polunin “los hombres abrieron la brecha en el arte del clown, pero las mujeres llegaron para decirnos ‘alto, están haciéndolo todo mal, ser payaso es así’ y ahora dan cátedra de este arte, porque si le das a un hombre una pared, la derribará a cabezazos para abrirse paso, mientras que una mujer ordenará los ladrillos y te dará un mejor lugar, así que antes de que empecemos a darnos de topes en la cabeza, invitemos a una mujer” y así fue, pues la dama en el show es la única que aparece en el papel de clown amarillo y posteriormente un clown verde, haciendo ambas personalidades de manera exquisita.

Se continúa con los números que siempre han compuesto este espectáculo, que si bien no tienen un título en individual, aquí se los ponemos con el mero afán e intento de describirlos, ya que como mencionó alguna vez Bradford West clown verde, este no es un show que se entienda con palabras, pues es prácticamente indescriptible y sólo se entiende hasta que lo ves.

“Navegar antes de dormir… y soñar” un número entrañable en el que el clown amarillo se acompaña de dos verdes en una aventura en el mar, su barco es una cama con sábanas y escobas, mientras que uno de ellos hace de tiburón que sólo llega para asustarlos, una rutina de tres payasos a la vieja escuela.

“Romance telefónico”, acto unipersonal del clown amarillo, donde sin palabras, pero sí con voces y gestos imita una conversación entre una pareja de enamorados, es este quizá uno de los más divertidos actos, ya que cualquiera puede identificarse con esta experiencia. El público responde de manera bastante positiva, desde los niños hasta los más grandes. Aquí se comenzaba a vislumbrar el matiz de Tyoma Zhimo (clown amarillo protagonista) pues a diferencia de Slava Polinin, lucía más vertiginoso. Aprovechó también la respuesta de la gente, pues la risa de una pequeña lo sacó en más de una ocasión de su sketch, no así de su talento para improvisar y seguir adelante.

Un puente bellísimo entre acto y acto es “Un trago… Sin poder dormir” donde se visualiza al clown amarillo sentado en una silla chueca, junto a una mesa en las mismas condiciones. En su intento por beber de la botella sobre la mesa pierde el equilibrio y cae al suelo al tiempo en que se va la luz, esto se repite por tres ocasiones y es cada vez más graciosa de la anterior. Esto sirve de paso para otros divertidos momentos que no redactaremos para que se den oportunidad de atestiguar en vivo de esta pieza visual, cómica, nostálgica y artística de poesías clown.

El acto previo al final del show es uno de los más emotivos, cuando el payaso amarillo sostiene su maleta, listo para abordar el tren. Tiene un encuentro con una gabardina sobre un perchero y ahí, la magia comienza, el clown cobra sentido, pues cada espectador tiene oportunidad de interpretar a su gusto cada número y este es ejemplo claro, nosotros lo llamaremos “¿Soledad?”, un acto de mímica inspirado posiblemente en uno similar que realizó Chaplin y después retomado por varios mimos entre ellos el francés Marcel Marceau, donde mete uno de sus brazos por una gabardina y simula estar con alguien más, en este caso despidiéndose, el personaje imaginario le entrega una carta, el payaso sube al tren y emprende su viaje, al bajar se encuentra en un vacío, lee la carta y se detona la tormenta de nieve ¿Cuál es el final? El que el espectador quiera darle, nosotros retomamos la frase de Chaplin para el nuestro “La vida no es significado, la vida es deseo” y nosotros nos sumamos al deseo de Slava Polunin con este magistral show, al deseo del clown hecho poesía, hacer que las personas sonrían, que sean felices con lo simple y disfrutar de lo que se tiene para no padecer de lo que se carece, luchar ante la vicisitud de la vida con mucho corazón. El objetivo se cumple, Tyoma Zhimo declaró recientemente. “En estos tiempos difíciles, queremos calentar los corazones mexicanos con nuestra nieve”, pues lo lograron y al terminar la función el satisfecho y soñador personaje se sentó en el piso, a la derecha y al fondo del escenario con la mirada puesta en la gente, enamorado de las sonrisas y el aplauso.

Acude a ver “Slava’s Snowshow”, adquiere tus boletos en taquillas del Centro Cultural Teatro 1 y en Ticketmaster.

“Slava´s Snowshow” continuará con funciones de miércoles a domingo en el Teatro 1 del Centro Cultural hasta el próximo 29 de mayo para después viajar a Guadalajara y Monterrey.

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