La delincuencia y la impunidad

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

En un país donde la impunidad alcanza el 99 por ciento, es comprensible que se hayan asesinado a más de 105 mil mexicanos en los últimos tres años. Escurre sangre por todo el país y los criminales siguen libres y hacen de la suyas. La efectividad de policías, ministerios públicos y jueces es de las más bajas del mundo. Chiapas, Oaxaca y Tabasco son los estados con mayor impunidad. Delito que no se castiga, delito que se repite.

Pero no sólo se trata de los homicidios dolosos, la impunidad se da en otros ilícitos como el secuestro, la extorsión, el asalto, la violencia intrafamiliar y obviamente en los feminicidios, la muerte violenta de víctimas sólo por ser mujeres. Según algunas legisladoras, son asesinadas 20 mujeres cada día en todo el país, por lo que exigen se emita una alerta de género que frene las agresiones contra ellas.

Mientras no se ataque, mediante el uso legítimo de la fuerza, la criminalidad, se mantendrá ese porcentaje tan alto de impunidad. A la inseguridad debe agregarse una mayor violencia de los delincuentes, que actúan con completa impunidad ante la falta de una política pública de seguridad. La ausencia de un marco legal moderno que obligue a las fuerzas del orden a combatir con energía tanto al crimen organizado como al delincuente del fuero común, la falta de sistemas de inteligencia policial, la abulia del representante social para integrar las carpetas de investigación, la corrupción de los empleados de barandilla que ponen la justicia al servicio del mejor postor y los jueces venales que aplican la ley pero no imparten justicia, son los ingredientes que han posibilitado la existencia de una impunidad del casi 100 por ciento, lo que facilita cometer el crimen perfecto.

Pero no todo es responsabilidad de los servidores públicos, la estructura gubernamental, el aparato de justicia está diseñado para que se pueda delinquir sin que haya consecuencias, sin que se aplique un castigo.

En la administración pública, el gobierno mismo ha propiciado la falta de gobernabilidad, no existe en el plan sexenal una estrategia que combata al crimen, ese vacío de poder lo ha llenado la delincuencia e incluso su capacidad para corromper ha llegado a las más altas esferas oficiales, lo mismo coopta y logra la connivencia no solo de policías, ministerios públicos, jueces o magistrados, también ha corrompido a políticos, legisladores, autoridades estatales y municipales.

Ante la ausencia de una estrategia de combate al crimen, los mañosos han debilitado la gobernanza y se han convertido en un grupo de presión fáctico que se ha instalado en el poder político.

Más de 105 mil mexicanos han muerto sin que se les haga justicia. Los sicarios matan con completa impunidad lo mismo a sus adversarios que a gente inocente. En lo que va del año han sido asesinados 700 niños, niñas y adolescentes y en diez meses han desaparecido más de tres mil menores, muchos de ellos reclutados por el crimen organizado, lo mismo para convertirlos en matones que enrolarlos en la trata de personas.

El propio sistema penal acusatorio, recientemente implementado en el país, ha propiciado que los delincuentes tengan la posibilidad de beneficiarse con la “puerta giratoria”; esto es, que salgan fácilmente de los penales y delincan una y otra vez, ya que no se sanciona la reincidencia. Mal integradas las carpetas de investigación, mal consignados los casos y la displicencia y corrupción de los juzgadores llevan a esa impunidad del 99 por ciento.

Mientras no haya una política pública de seguridad, sin estrategias para combatir la criminalidad, seguirá el baño de sangre, los muertos por miles y una delincuencia que goza de gran impunidad. El crimen perfecto.

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