• Amarga experiencia viven los turistas que viajan de diferentes partes del país a la playas del Caribe Mexicano

José Luis Montañez

La política gubernamental de seguridad de “abrazos, no balazos” está dejando amargas y tristes experiencias a los turistas que, en automóvil y con la familia a bordo, toman la autopista Mérida-Cancún para gozar de unas merecidas vacaciones de verano, pero lo que se encuentran en el camino es a un grupo delincuencial que desde el segundo puente con dirección a Cancún, a la altura de Valladolid, le lanzan una roca de diez kilos, que les destroza la unidad, principalmente el parabrisas y frente de la unidad, obligándolos a detener su camino, para después hacerlos víctima de asalto y despojarlos de todo lo que traigan en efectivo para vacacionar.

Como van para Cancún y llevan hasta 100 mil pesos para divertirse con la familia, se quedan en la ruina, por lo que al llegar a la siguiente caseta, que cuesta cerca de 400 pesos, para el último tramo (un verdadero robo), no tienen con que pagar el peaje.

Inmediatamente denuncian que han sido asaltados, pero los empleados y la escasa vigilancia en la caseta les dicen que nada se puede hacer.

Lo único que podemos aconsejar es que guarden su ticket de pago para que el seguro de la autopista le responda por los daños al vehículo.

Diariamente se registran hasta cinco asaltos en ese sitio, mientras las autoridades federales y de Yucatán y Quintana Roo se tiran la pelota de un lado a otro.

¡Qué bonito país! No cree usted.