La danza de las cifras

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

Las cifras oficiales sobre el número de muertos por la pandemia han sido rebatidas, primero por el Inegi, y ahora por la misma autoridad sanitaria. En furtivo informe nocturno, la Secretaría de Salud dio un clásico sabadazo para reconocer que el número de fallecidos no es de doscientos mil, sino de trescientos veintidos mil, 60 por ciento más de lo que han manejado en las conferencias de prensa. A toro pasado han querido justificar esa irreconciliable diferencia y hasta han reprochado a los medios por amarillistas.

Es absurdo satanizar a la prensa por su función de informar, ellos no ponen los muertos, es la pésima estrategia gubernamental lo que ha enlutado a miles de hogares y dejado en la viudez u orfandad a familias enteras. La tragedia del coronavirus no es, como diría el cronista deportivo “El Mago” Septién, la frialdad de los números, es el desamparo en que dejaron a miles de mexicanos, cifra que ahora se quiere ocultar o minimizar. Con qué cara, los funcionarios de Salud dicen que son mínimos los decesos frente a los siete millones de ciudadanos vacunados. Por soberbia o ignorancia, el gobierno mexicano no supo atender a tiempo la peor crisis sanitaria mundial de los últimos cien años. Su desdén por las experiencias de otras naciones, su terquedad de no reconocer la gravedad del contagio, su mala decisión de aplicar tarde y efímeramente el confinamiento y no hacer obligatoria la cultura del cubrebocas y el lavado de manos segaron muchas vidas, las cuales ahora sólo son frías estadísticas, número que la autoridad se empecina en ocultar.

Tal vez no exista una intención malévola de dar una cifra y contar con otros datos, pero sería más grave que el gobierno no cuente con el conteo exacto de defunciones, como lo tiene el Inegi, quien con actas del Registro Civil evidenció el desfase de la numeralia en más de 35 mil muertos. Hay que recordar que el año pasado, ante el caos administrativo que hubo en el sector ante el número de contagios, la capacidad hospitalaria rebasada y la falta de control sobre los fallecidos, se diagnosticó como causa de fallecimiento la neumonía atípica, por lo que nunca sabremos realmente cuántos casos de muerte por Covid-19 hubo.

Estamos en vísperas de la tercera ola de contagios y no hay buenos augurios, a pesar de la aplicación de la vacuna. El gobierno presume que hay abasto del antígeno para la población, aunque todavía hay protestas del personal sanitario que se queja de no haber sido inoculado. Lo que se ha mejorado es la logística en la aplicación para los adultos mayores, población que se estima en 13 millones. La premura en vacunar a este sector es por un objetivo electorero, ya que al igual que los beneficiarios de los programas clientelares, alrededor de 22 millones, son una apetitosa cuota de votos a favor del partido en el gobierno.

La estrategia del programa nacional de vacunación se hizo no en atención a las necesidades epidemiológicas o en áreas de alto contagio, sino para atender a la gente de la tercera edad, en espera de demostrar su agradecimiento por haber recibido la vacuna, aunque este sea una garantía constitucional, el derecho a la salud.

Abril será, en opinión de los especialistas, un mes con otro pico en las defunciones, ya que el grueso de la población, sobre todo la que está en edad productiva, no contará con el antivirus. Se estima que hasta finales de 2022 se alcanzará la inmunidad para toda la gente.

Por eso debe ser más sensible el sector salud frente al drama personal de miles de familias que han perdido a un ser querido y al sostén económico de muchos hogares. La pandemia enluta a seres de carne y hueso, no nos quedemos con la frialdad de los números.

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