Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Atribuyen a don Porfirio Díaz la frase “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, y vaya que sabía del tema, ya que fue testigo de conflictos e intervenciones militares norteamericanas en el territorio patrio. También conoció de la mezquina política exterior de los vecinos y sus presiones al gobierno mexicano para minar la relación comercial con las empresas inglesas y permitir la entrada de las poderosas firmas americanas que consolidaban una nueva forma de colonialismo.
Ya no le tocó vivir al héroe de la Batalla del 2 de Abril la incursión punitiva del general John Pershing al frente de diez mil soldados estadounidenses ni la ocupación del puerto de Veracruz en 1914. Las armas y la diplomacia gringas han estado presentes a lo largo de la historia nacional y condicionado a los gobiernos. Los embajadores, incluso, han propiciado golpes de Estado y cambiado la política interior en el país.
En los tiempos contemporáneos, el narcotráfico enrareció aún más las relaciones bilaterales, sobre todo con el asesinato del agente de la DEA, Kiki Camarena. Pretexto que han utilizado los vecinos del norte desde los ochenta para ejercer presión sobre las autoridades mexicanas.
Sin embargo, en días pasados, un nuevo episodio evidenció la vulnerabilidad y desvergüenza del gobierno y derrumbó la imagen que había creado -ahora se sabe artificialmente-, la 4T sobre las relaciones entre pares de México y los EUA; más allá de ser socios comerciales, se pregonaba que el presidente y Trump se veían de tú a tú, como iguales, en un ambiente nunca antes conocido. La desilusión fue mayúscula cuando el republicano expresó en un mitin de campaña cómo había “doblado” al gobierno para desplegar 28 mil soldados y frenar las olas migratorias centroamericanas, además de aceptar mansamente que los indocumentados deportados se quedaran en México mientras decidían las autoridades migratorias de aquel país su regularización. De golpe y porrazo, nos convertimos en tercer país seguro. Además de utilizar a las fuerzas armadas como policías fronterizos.
Por más esfuerzos de comunicación que hizo el canciller para aparentar una postura digna de la diplomacia mexicana y del aparente patriotismo del mandatario para no sucumbir a las exigencias norteamericanas, fue demoledora la declaración del multimillonario político neoyorquino y lo agachones de nuestros políticos y seudo representantes. Burlonamente, Trump recreó el recibimiento que dio al secretario de Relaciones Exteriores y la exigencia para disponer de los militares y aceptar recibir a los migrantes mientras se aceptaba su regularización. Con servilismo, el representante del gobierno de la 4T se apresuró a decir que sería un honor disponer del Ejército para contener a los centroamericanos y convertirnos en tercer país seguro. Entre risas, el ex presidente reconoció que nunca había visto doblegarse tan fácilmente a nadie. El vergonzoso episodio fue soslayado aquí por el inquilino de Palacio Nacional, quien como mamá que justifica las tropelías de un hijo, “ay, son cosas de muchachos”, sólo atinó a decir, es que está en campaña.
Ya vimos que la política intervencionista norteamericana no necesita de incursiones punitivas ni tomar por la fuerza Veracruz, el Castillo de Chapultepec o izar la bandera de las barras y las estrellas en el Zócalo, le basta con tronar los dedos para que obedientes siervos cumplan con las instrucciones. Los demócratas de la Casa Blanca ya saben el caminito y lo aplicarán con el tema de las energías limpias y los compromisos del T-MEC, independientemente del tema migratorio, al cual ya nos acostumbramos.
Candil de la calle y oscuridad de la casa; aquí se quema en la hoguera a los “traidores a la Patria” que no quisieron votar por la reforma energética obradorista, pero quién sabe qué actitud atenta más contra la soberanía nacional.