¿Y el informe?

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

Todos los medios se fueron con la crónica de la marcha-desfile del pasado domingo; de la buena condición física que tiene -a diferencia de Epigmenio Ibarra-, el Presidente, quien caminó por espacio de cinco horas una no gran distancia, pero mantuvo el ritmo, su lento andar, frenado por las muestras de simpatía de sus correligionarios. También repararon los reporteros en la perorata de hora y media que dirigió a la audiencia de un Zócalo, no tan “abarrotado” como mencionaron algunos diarios proclives a la 4T. Pero nadie hizo énfasis en el discurso donde iba a delinear el nuevo modelo económico del país. En términos beisboleros dirían los clásicos que el batazo de cuatro esquinas prometido, terminó en un “podridito”, un fly atrás de la segunda base.

Nadie recuerda lo esencial de su intervención. El informe sólo fue un recuento reiterado de los supuestos logros que ha conseguido la política asistencialista -electorera-, del régimen. Y el famoso anunció sobre el nuevo modelo económico nacional quedó en el mero bautizo: Humanismo mexicano, la “nueva” forma del bienestar social.

Desde que inició el sexenio, se criticó la ausencia de una verdadera política económica, después vino la debacle con el cero crecimiento y los efectos negativos de la pandemia; tuvimos un retroceso del 8 por ciento y tocamos la recesión, como no se veía desde 1932. Los organismos internacionales, especialistas y analistas nacionales y extranjeros alejaron los pronósticos oficiales de que se iba a crecer al 6 por ciento anual. Rápidamente, el gobierno echó mano de los modelos mundiales que hacen uso de los indicadores del Estado de bienestar, y decidió copiarlo. Se criticaron los estándares tradicionales de crecimiento y desarrollo por ser un instrumento neoliberal.

Descalificaron así al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, al Banco Interamericano de Desarrollo -más después de que su gallo, el subgobernador del Banco de México, sólo obtuvo dos votos de los miembros del BID, por lo que el nuevo dirigente será un brasileño- y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, entre otras instituciones que miden las economías nacionales. Por ello se esperaba que desde el Zócalo lanzara un nuevo proyecto económico, donde presentara los indicadores o variables que serían la nueva métrica del bienestar de los mexicanos, cómo saber qué tan felices somos. Pero nada, sólo un nombre ambiguo, vacío, que no define el nuevo rumbo económico.

Eso sí, insiste en que las remesas han sacado a flote al país, nada más alejado de la realidad. Sus economistas saben que ese dinero no es porque nuestra economía genere riqueza; al contrario, es una vergüenza que los compatriotas que no tuvieron en su tierra oportunidad de empleo ni de educación emigren para sostener a sus familias. Sí, cada vez mandan más dinero, que no puede tocar el gobierno porque llega directo a los destinatarios, pero es por la mejoría en la economía americana que mantiene las fuentes de trabajo y reactiva sus procesos productivos y de consumo. Con una agravante más, la sospecha de que, a través de las remesas, el crimen organizado lave dinero, ya que en plena pandemia y con el comercio mundial cerrado, el dinero que entraba al país no decayó, al contrario mes con mes rompía su propio récord.

Vaticinan un crecimiento del 3 por ciento para el resto del sexenio, meta difícil de lograr.

No sé qué fue más triste, la derrota de la Selección Nacional, el Zócalo a tres cuartos de su capacidad, donde oían al Presidente, pero no lo escuchaban o quedarse con las ganas de conocer cómo es un Estado de bienestar.

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