Por la Derecha..!
Luis Ángel García
A la crisis económica y de seguridad que vive el país, se suma la de salud, que amenaza con convertirse no sólo en un problema de salud pública, sino de seguridad nacional, toda vez que el reclamo social existente entre la población ante la falta de servicios médicos de calidad, el desabasto de medicamentos, la escasez de instrumental quirúrgico, la saturación de los quirófanos y laboratorios sin equipo ni material evidencia el colapso del sistema sanitario nacional, el cual dista mucho de ser parecido o mejor que el de Dinamarca.
Todo se descompuso cuando a principios del sexenio de la 4T se decidió aniquilar al Seguro Popular porque -según ellos-, “ni era seguro ni era popular”, pero que atendía a más de 50 millones de mexicanos que no contaban con servicios en las instituciones del sector salud; el Seguro Popular brindaba asistencia médica completa, medicinas e intervenciones quirúrgica. Sin ninguna planeación, infraestructura o recursos se les ocurrió crear un engendro llamado Insabi, de efímera existencia, nunca funcionó; sin dinero ni infraestructura, resultó un parche mal pegado que además exhibió la incapacidad, incompetencia e inexperiencia de sus burócratas, muy leales, pero muy ignorantes en las áreas médico-administrativas. Surgió de un capricho, de un deseo de venganza contra los programas neoliberales y por un demagogo compromiso de campaña de supuestamente reivindicar a los pobres, que cada día son más. Hoy los propios legisladores de la 4T dieron cristiana sepultura a la efímera institución que habían creado hace cuatro años y que pasó sin pena ni gloria, pero con un costo social muy alto por la desatención de más de 50 millones de mexicanos a los que se le niega su derecho constitucional a la salud.
Sin reconocer su fatídico error, le pasan la pelota a otra ocurrencia, el IMSS Bienestar, mala copia de lo que fue IMSS Solidaridad y antes el también neoliberal IMSS Coplamar, esquema que en su momento funcionó e incluso atendió a los refugiados centroamericanos guatemaltecos, acogidos en Chiapas que huyeron de su país perseguidos y asesinados por la violencia política fomentada por los kaibiles.
El IMSS recibe la consigna, pero no los recursos. Hoy el Instituto no puede satisfacer las necesidades de su población derechohabiente, menos podrá servir a esos 50 millones de mexicanos pobres o en extrema pobreza -cada año se suman cuatro millones de nuevos pobres-, que reclaman su derecho a la salud plena. A eso se debe agregar la torpeza política de acusar y exhibir, sin pruebas, de corruptos a los laboratorios farmacéuticos para excluirlos de las licitaciones sin tener alternativas de abasto y pensar que las Naciones Unidas iban a resolver el problema. Llevamos casi cinco años sin abastecimiento de medicamentos, entre ellos los tratamientos para niños con cáncer -han fallecido más de tres mil infantes en esta administración-, a quienes el gobierno de la 4T ve sólo como daño colateral en esta absurda guerra contra la industria farmacéutica.
Difícilmente el IMSS Bienestar podrá dar un servicio danés a la población más desprotegida o vulnerable cuando su infraestructura ha colapsado y no alcanza a dar atención a sus derechohabientes.
¿Qué pasará cuando se presente otra epidemia como la de Covid-19, si en esta ocasión, por soberbia e ignorancia de las autoridades sanitarias encabezadas por el doctor Hugo López-Gatell, dejaron morir -por falta de vacunas oportunas- a más de setecientos mil mexicanos?
Este gobierno nos va a quedar a deber el sistema de salud danés que irresponsablemente prometió la 4T.
