Se dispara la adicción juegos en línea entre niños y adolescentes

 

La adicción a los videojuegos se ha convertido en un problema creciente que afecta a personas de todas las edades, especialmente a los jóvenes.

 

Si bien los videojuegos pueden ser una opción perfecta para desarrollar habilidades cognitivas, para la coordinación y mejorar la resolución de problemas, ya sea en equipo o en solitario; también pueden representar un serio problema para la salud si no se dosifican las horas de juego frente a la pantalla.

En este escenario, la adicción a los videojuegos se ha convertido en un problema creciente que afecta a personas de todas las edades, especialmente a los jóvenes. Esta adicción no solo tiene un impacto negativo en la salud mental y física, sino que también puede afectar la vida social y académica de quienes la padecen.

En este marco, niños y adolescentes pedirán como regalo videojuegos pare las fiestas navideñas; no obstante, a decir de expertos en la materia, puede no ser tan recomendable, pues su uso desmesurado puede causar problemas, y es que, la mayoría de niños y adolescentes ya cuentan ya con un teléfono celular o una tablet, donde tienen fácil acceso a este tipo de entretenimiento.

Alfredo Hatcher, psicólogo del Centro de Integración Juvenil (CIJ) en Cancún, explica que se trata de una nueva adicción a redes sociales y a juegos en línea, que los está rebasando y separando de la realidad, pues según estudios, dedicarle entre 15 a 20 horas a la semana es demasiado, y más de 21 horas a la semana (3 horas al día) tiene ya un impacto perjudicial en el bienestar emocional, la salud y la conducta de los jóvenes.

Aclara que los juegos per se, no son un problema, pues también tienen beneficios cómo adquirir destreza mental y desarrollo de estrategias, lo cual puede ser positivo para su vida diaria, sin embargo, el problema radica en la desatención de los padres, que les permiten pasar muchas horas frente a los celulares, o consolas.

“El principal foco rojo es cuando la persona le da más importancia a la realidad virtual que a la realidad física y empiezan a decir cosas como ‘espérame no puedo ir a dormir, no puedo ir a comer, porque tengo que saber qué pasó aquí”, y le dan mucho peso a sus interacciones con los videojuegos” dijo el especialista.

Agrega que la adicción a los videojuegos se genera por una combinación de factores psicológicos, sociales y biológicos, ya que ofrecen una sensación de alivio temporal ante el estrés, la ansiedad y otros problemas “se puede decir que es una adicción cuando descuida su realidad física, o la pone en peligro para seguir jugando, no come, no se asea, incluso no van al baño. Asimismo, el exceso en estos juegos, incrementa la probabilidad de sufrir infartos, diabetes y obesidad”, comentó.

Es decir, que, la adicción a los videojuegos puede afectar las relaciones sociales de los jugadores. Pueden pasar menos tiempo con amigos y familiares, lo que puede llevar a una disminución de la calidad de estas relaciones.. Además, los jugadores pueden desarrollar comportamientos agresivos y de evasión, lo que puede afectar negativamente sus interacciones sociales.

A esto hay que sumar los riesgos a los que se enfrentan niños y jóvenes a interactuar con desconocidos en internet, ya que es una posibilidad que ofrecen los juegos más actuales. Los jugadores pueden ser víctimas de ciberacoso o bullying por parte de otros jugadores, lo que puede afectar su bienestar emocional y mental.

Algunos videojuegos en línea tienen comunidades que toleran o fomentan el comportamiento tóxico, lo que puede crear un ambiente negativo, del mismo modo, especialmente los más jóvenes, pueden estar expuestos a lenguaje ofensivo y comportamientos inadecuados.

Es por ello que la recomendación a los padres es establecer un horario fijo para jugar videojuegos que no interfiera con otras actividades importantes, como el estudio, la actividad física y el tiempo en familia.

Alumnos con discapacidad se emplean 

En Cancún, la iniciativa que busca integrar a los jóvenes con discapacidad en el mercado laboral está dando frutos bastante positivos. Según datos recientes, de cada diez alumnos con discapacidad, ocho logran encontrar empleo. Este éxito se debe en gran parte al trabajo conjunto entre instituciones educativas, centros de capacitación y empresas locales.

El Centro de Atención Múltiple Laboral «Braile» es uno de los principales impulsores de esta iniciativa. Actualmente, el centro capacita a 76 jóvenes con diversas discapacidades, preparándolos en áreas como la preparación de alimentos, panadería, áreas públicas y lavandería.

Explicaron que es a través de convenios con empresas locales, que estos jóvenes pueden acceder a empleos con todas las prestaciones de ley y un sueldo acorde a sus habilidades, lo cual se refleja no solo en su integración al a sociedad como factores funcionales, sino que se mejora su economía y se vuelven parte de la fuerza laboral del estado.

Cabe mencionar, que el impacto de esta iniciativa va más allá del empleo. Para muchos jóvenes, conseguir un trabajo significa romper estigmas y promueve una mayor inclusión social.

Obtener un empleo les permite a los jóvenes con discapacidad ser más autónomos y tomar decisiones importantes sobre su vida, aumentando su independencia. El trabajo les brinda la oportunidad de desarrollar y mejorar sus habilidades profesionales, así como adquirir nuevas competencias que les serán útiles en su carrera.

La diversidad en el lugar de trabajo, también enriquece a la comunidad laboral y promueve un entorno de comprensión y respeto. Y contribuye positivamente a la autoestima de los jóvenes con discapacidad, haciéndoles sentir valorados y parte activa de la sociedad.

A pesar del éxito, aún existen desafíos. La demanda por estos programas es alta, y el centro «Braile» enfrenta la dificultad de recibir a todos los jóvenes que desean participar. Con una lista de espera de 300 jóvenes, lo cual deja en evidencia que se necesitan más recursos y espacios para atender a todos los interesados.

 

En Q. Roo se requiere de aumento salarial

En Quintana Roo, la situación económica de los trabajadores ha llevado a una creciente demanda por un aumento salarial. Según datos recientes, cinco de cada diez trabajadores quintanarroenses no ganan lo suficiente para cubrir las necesidades básicas de una familia, y algunos ni siquiera para la canasta básica, lo que se denomina pobreza laboral.

Este problema se agrava en esta región donde la inflación y el costo de vida son particularmente altos, debido a su gran capacidad turística, que si bien, representa muy buenos ingresos para la entidad, estos bienes no siempre están bien repartidos.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señala que para solventar las necesidades básicas de una familia en México se requiere un ingreso de al menos 13,000 pesos mensuales. Sin embargo, en Quintana Roo, debido a los altos costos de vida, se estima que se necesitan ingresos de más de 18,000 pesos al mes.

En este escenario, actualmente, solo el 22% de los trabajadores logran alcanzar este nivel de ingresos, principalmente aquellos del sector turístico que dependen de propinas, pues estas se suman en la mayoría de los casos a los sueldos que ya reciben por parte de sus empleadores.

La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) ha lanzado la iniciativa «Vida Digna», que busca asegurar que los trabajadores ganen lo suficiente para sacar adelante a sus familias. Sin embargo, el 87% de las empresas en Quintana Roo no tienen la capacidad de aumentar los salarios debido a que son micro y pequeñas empresas que apenas generan ingresos suficientes para subsistir.

Por su parte, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) ha solicitado un aumento salarial del 20% para 2025, superando el 12% autorizado por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos. Mientras que, los sindicatos han enviado un pliego petitorio en beneficio de al menos 50,000 colaboradores. Además, buscan compensaciones adicionales como vales de despensa y bonos para mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores.

Finalmente, se informó que aún y con el aumento de 12% del próximo año, el salario mínimo alcanzará ocho mil 364 pesos mensuales, es decir, cuatro mil 136 pesos (33%), menos que el ingreso digno propuesto por el INEGI.

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