• Las 300 acusaciones contra policías siguen congeladas

 

 

Cancún.- En el el alcoholímetro y policías agresivos contra los ciudadanos, periodistas e incluso funcionarios, es un cuento de nunca acabar que reúne 300 casos de acusaciones contra policías que pasan por la Dirección de Asuntos Internos.

La ciudadanía aseguró que este hecho es vergonzoso para un destino turístico como Cancún, ya que el alcoholímetro resultó un negocio redondo, donde se generan multas hasta por cinco mil pesos para librarlo.  El abuso de autoridad, clara violación a la ley, ineptitud policial, y afrenta de los derechos humanos, hacen crecer la desconfianza hacia los indignos que deben cuidar la integridad de los cancunenses.

La falta de capacitación y protección a los malos elementos en Cancún provocó que un ciudadano resultara con tres costillas fracturadas a manos de un elemento de la Secretaría Municipal de Seguridad Pública y Tránsito (SMSPT), el 26 de noviembre de 2016, según denunció uno de tantos agraviados, Bernardo Peón Cardín.

Otro más, es el caso de “IA”,  a quien dejaron con una rodilla dislocada dentro de la propia caseta, cuya queja fue interpuesta de manera oportuna, pero al no avanzar su caso, se vio obligado a recorrer las instancias policiacas: la Dirección de Asuntos Internos de la SMSPT, judiciales (la Unidad de Atención Temprana de la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo) y de derechos humanos (segunda visitaduría de la Comisión de Derechos Humanos en el Estado de Quintana Roo) después de dejar el hospital donde permaneció dos días.

Alcoholímetro, mina de oro

De acuerdo a los propios agraviados, los policías al mando de José Luis Jonathan Yong Mendoza, encargado del despacho de la Secretaría Municipal de Seguridad Pública y Tránsito, se pasan por el “arco del triunfo” todos los cursos e incluso la certificación única policial fundamentada en la Ley General del Sistema Nacional, que acredita el personal de seguridad pública que debe proteger a la sociedad mexicana.

El quejoso explicó que iba en su vehículo y al pasar por el Programa Conduce sin Alcohol; en el cruce de la avenida López Portillo con Andrés Quintana Roo, a las 21:00 horas; un oficial le indicó que se parara, solicitó que baje el cristal de la nave, lo que cumplió. Enseguida el agente introduce las manos al auto y pide soplar, se lleva las manos a la nariz, y de inmediato le señala que pase.

Empero, a unos 10 metros aproximadamente, otro oficial, al parecer Gilberto Ocampo Hernández, le hace señas para que, de nuevo, se detenga y se repite el procedimiento anterior; esto no convence y hacen lo mismo otra vez con un tercer oficial; éste repite por tercera vez la prueba.

Según el relato, el par de elementos municipales le proponen estacione su coche, que baje y entregue las llaves, después de hacerlo lo trasladan a la mesa de pruebas, y al realizar la primera prueba, le ordenan que sople de nuevo; a lo que pidió que por favor se cambiara la pipeta.

A pesar de la petición y el gendarme se negó con el argumento que los equipos no acumulan el nivel.

Fueron tres veces las que hicieron soplar al detenido. A continuación de la tercera vez lo trasladan a una mesa donde estaba una señorita de tez blanca, la que se pone a llenar un formulario, preguntando si tenía alguna queja con el operativo del alcoholímetro; el ciudadano respondió que no.

Agresividad innecesaria

De acuerdo al relato del quejoso, se dispuso a tomar su licencia de conducir y tarjeta de circulación, en ese momento el policía Daniel Francisco Esquivel Cab, lo pateó con su pie por atrás de sus rodillas lo que ocasionó cayera al piso de su lado izquierdo, donde dos agentes más lo retienen en el piso, ahí el oficial que lo pateó y tiró al suelo.

Juez cómplice

Ante este panorama dijo, que la juez, ante la cual estaban las pertenencias del reclamante: su cartera, su licencia, sus joyas y su reloj roto; cuyo nombre fue borrado de las denuncias y respuestas a éstas.

Le dijo le harían un antidoping, lo que el detenido aceptó se hiciera, que estaba de acuerdo, si se consignaba a una autoridad federal y el antidoping se haga a él y a Lázaro Rueda Leyva.

Mencionó, que la juez se vio complacida cuando lo agredían y lo toman con fuerza de las esposas y llevaban a la patrulla número económico P-0057, donde había una persona más.

Ambos son trasladados al Centro de Retención Municipal, a toda velocidad.

Recordó, que en el “Torito” lo jalaron otra vez de las esposas, lo bajaron y llamaron por su nombre, y le expresaron “le  vamos a quitar las esposas”; aunque mientras esperaba turno para ser atendido sufrió un desvanecimiento; sin saber por cuánto tiempo; cuando reaccionó sólo escuchó que le decían su nombre, despierte, ya se va libre por medio de un amparo, y por el insoportable dolor preguntó ¿cómo se iba a ir?

La respuesta que recibió fue “aunque sea caminado, llégale”.

El negro panorama para el agraviado, explicó pasó cuando apareció su amigo SD, quien llegó en representación de la autoridad del centro de trabajo donde labora, él abrió la puerta del Centro de Retención y lo vuelve a introducir ahí para esperar la llegada de una ambulancia de la Cruz Roja y se desmayó.

Cuando despertó estaba en el Hospital General de Zona del Seguro Social en la avenida Cobá.

Una vez que fue atendido en el área de urgencias salió con el diagnóstico médico de policontundido.