Se reservan el derecho de admisión

Por la Derecha..!

Luis Ángel García

 

La ceremonia del Grito de Independencia dejó de ser una fiesta nacional, un patrimonio intangible de todos los mexicanos. La plancha del Zócalo, testigo de la historia política y social del país será convertida hoy en un escenario VIP, al que solo tendrán cabida los simpatizantes de la 4T y los balcones de Palacio Nacional serán ocupados sólo por el primer círculo del Presidente, con serviles legisladores de su partido y sin la incómoda presencia de los miembros del Poder Judicial, verdadero contrapeso del Ejecutivo.

Ya desde años anteriores, el inquilino del ex Palacio Virreinal daba visos de convertir la tradicional verbena popular en un encuentro de acarreados que garantiza las loas al mandatario y evita las expresiones del descontento social, el verdadero pueblo perdió la oportunidad de desahogarse, desde el anonimato, de sus frustraciones, impotencia por no lograr salir de la pobreza, la miseria a pesar de las promesas gubernamentales y no poder reclamar por los yerros de una mala administración. Ahora puro pueblo bueno y sabio agradecerá hasta la enajenación y coreará las arengas, tradicionales y nuevas ocurrencias, del ocupante del balcón central.

Será un club de amigos el que atestigüe y se regodee con la concentración corporativista que berreará no solo los vivas sino todo tipo de consignas alabadoras que subirán, como incienso, hasta la campana de Dolores. Mientras tanto, los verdaderos ciudadanos de la calle tendrán que salvar cientos de filtros de seguridad para acceder a las orillas de la Plaza de la Constitución. Lo más seguro es que tendrán que conformarse con ver la ceremonia del Grito, diferida unos minutos por disposición oficial, a través de la televisión y soplarnos una poco protocolaria ceremonia presidencial.

Hay que recordar que el guía espiritual del actual mandatario, el compañero ex presidente Luis Echeverría, fue el primero en romper con el protocolario discurso de exaltación de los héroes que nos dieron Patria, al irrumpir con vivas a Salvador Allende, recién sacrificado en el interior del Palacio de La Moneda, luego del golpe militar encabezado por Augusto Pinochet. Y cómo olvidar el llamado reivindicador hacia los países del Tercer Mundo y el viva frenético de los mexicanos reunidos bajo el balcón central, sin tantas restricciones ni selectividad como ahora; ni la lluvia impedía la concentración de las masas que después disfrutaban in sito de la verbena popular con puestos callejeros de antojitos mexicanos, atoles y aguas frescas, venta de huevos con harina y atronadoras matracas que incitan a ondear el lábaro patrio recién adquirido con los marchantes de banderas, trompetas, sombreros, tambores y falsos bigotes para parecer más insurgente.

Esos tiempos del populismo echeverrista ya se fueron, pero su pupilo quiere regresar a las prácticas de la falsa prosperidad obrera y campesina y estigmatización de la clase empresarial, con la diferencia de que la nueva ceremonia será sin gente del pueblo, puro acarreado que cuerpeará al Presidente para que nadie eche a perder su fiesta ni ofenda a su club de amigos. Los ministros están proscritos y el Ejecutivo y sus “cadeneros de antro” se encargarán de reservarse el derecho de admisión. Pero si ante la protesta social, como la feminista, amurallan el Palacio Nacional para impedir el asalto a la fortaleza, qué puede esperar el Poder Judicial de un régimen que no respeta la división de poderes ni la esencia de una República. A la 4T que no le vengan conque la ley es la ley.

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